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nueva corporación municipal

La alcaldía de Castelló tiene nombre de mujer

Amparo Marco se marca el reto de cubrir las necesidades de los «débiles» y vulnerables» aún a costa de que la Ley les ponga freno El PP votó en blanco al no presentar ningún candidato por la próxima renuncia de Bataller

La alcaldía de Castelló tiene nombre de mujer

El Ayuntamiento de Castelló vivió ayer un nuevo matrimonio civil, aunque la novia iba vestida de verde y el novio era la ciudad entera. Amparo Marco Gual se comprometió para lo bueno y para lo malo, para la salud y la enfermedad, hasta que las urnas les separe, a conseguir «un Castelló moderno, sostenible, competitivo, participativo y solidario» y se comprometió a hacer «de la calle nuestro despacho».

El pacto entre las tres formaciones de izquierdas quedó reflejado en una votación que dejó 15 votos para la candidata socialista que llegaron de los ediles del PSPV (7), Compromís (4) y Castelló en Moviment (4), mientras que los concejales de Ciudadanos votaron a su cabeza de lista, Cristina Gabarda. El PP, sumido aún en una nebulosa ante la inminente renuncia -mañana lunes- de Alfonso Bataller como edil, ni siquiera fue capaz de presentar candidato a la alcaldía, por lo que sus papeles se quedaron sin nadie a quien escribir.

Las emociones se desbordaron, de izquierda a derecha, cuando la presidenta de la mesa, la socialista Carmen Oliver, dio el nombre de la nueva alcaldesa de la ciudad, Amparo Marco, la primera mujer que logra la vara de mando en la historia de la ciudad. Por ello, sus primeras palabras fueron dirigidas «a todas las mujeres que a lo largo de la historia de nuestra tierra han ido sumando avances en la lucha por la igualdad». Rememoró en este sentido a Isabel Ferrer, promotora de la primera escuela para niñas en 1778; a la escritora Amalia Fenollosa, pionera de la reivindicación femenina en el siglo XIX; a Matilde Salvador, defensora de la identidad castellonense y, en general, «a las concejalas que antes que nosotras han representado a las mujeres y a nuestra ciudad desde distintas posiciones ideológicas». Aquí tuvo un especial recuerdo hacia Carme Carreras, hasta el viernes concejala de Esquerra Unida, formación que se ha quedado fuera del ayuntamiento y que ve desde fuera el giro progresista del ayuntamiento.

Como no podía ser menos, Amparo Marco anunció un tiempo caracterizado por el «diálogo y el consenso permanente», el momento «de lo cotidiano, de la solución a los pequeños problemas, que son grandes para los que los sufren». Como si en un cuento se encontrara, Marco ensoñó una ciudad «en la que las carrozas se conviertan en calabazas y los coches oficiales sean zapatos, zapatillas o patinetes», éste último en alusión a su futuro vicealcalde de Compromís, Enric Nomdedéu. También confió en que «la cenicienta despierte de su sueño y Castelló vuelva a la senda de la dinamización económica y la creación de empleo» y finalmente anheló que «el patito feo se convierta en cisne y que nuestra ciudad se sitúe en el mapa de lo positivo, que se nos conozca por lo bien que sabemos hacer las cosas».

La nueva alcaldesa tomó la voz por su gobierno municipal, que formarán PSPV y Compromís al optar Castelló en Moviment por quedarse en la retaguarda, y recalcó que pondrán todo el empeño «en no defraudar las altas expectativas que se han depositado en esta nueva etapa». Aquí insistió en que el principal esfuerzo «será para los débiles y los vulnerables, para las familias que han perdido sus casas, sus puestos de trabajo, quienes tienen derecho a ayudas sociales». Es consciente en este punto de que la ley puede pararles los pies en cuestiones que trasciendan las competencias municipales, pero añadió que «las necesidades ciudadanas no entienden de normativas ni de reglamentos, sino de compromiso y responsabilidad». Por ello, entre las primeras medidas que anunció está «un plan de rescate ciudadano con medida de empleo, vivienda, ayudas de emergencia social y una red de viviendas sociales»

Pero no era día de dar un nuevo mitin político, sino más bien de agradecimientos «por el apoyo recibido de los ciudadanos, de los compañeros de partido y de socialistas que no han podido vivir el cambio, como Mario Edo o Vicent Mira.

Tras el discurso, al final tocaba la foto de familia en las escalinatas del ayuntamiento y, como cualquier «matrimonio que se precie», la música puso el epílogo, no con un vals, sino con la «Marcha de la Ciudad». No hubo arroz a la salida de los nuevos gobernantes, pero una traca alrededor de la plaza Mayor dio el toque de pólvora a la nueva etapa que comienza tras 24 años de gestión popular.

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