«Felicidades amor, te amo» o «Alessandro, te extraño» son dos de las pintadas que se han perpetrado en las murallas del castillo de Peñíscola recientemente. Están ubicadas entre dos de las aspilleras del paso de ronda próximo a la batería de Santa Anna. Los enamorados autores de estas pintadas no saben que sus expresiones de amor con pintura podrían estar incurriendo en delitos por dañar el conjunto histórico-artístico de la ciudad, que cuenta con una declaración singular como Bien de Interés Cultural publicada en el BOE en 1972. Además el castillo y murallas son Monumento Histórico-Artístico Nacional declarado en 1931 por el Ministerio de Cultura.

El artículo 46 de la Constitución Española dispone que la ley sancionará «los atentados» contra el patrimonio y, de hecho, los jueces castigan este tipo de pintadas como delito de daños contra el patrimonio histórico. El artículo 323 del Código Penal establece penas de prisión «de uno a tres años y multa de doce a veinticuatro meses» para quien dañe «un archivo, registro, museo, biblioteca, centro docente, gabinete científico, institución análoga o bienes de valor histórico, artístico, científico, cultural o monumental, así como en yacimientos arqueológicos».

En este caso, los jueces también pueden pedir que los autores tomen medidas encaminadas a restaurar, «en lo posible, el bien dañado».

Un capricho caro

Peñíscola destina entre 10.000 y 15.000 euros al año para eliminar los efectos del vandalismo en el término municipal según los últimos datos hechos públicos en 2013. Las cuentas prevén partidas de mantenimiento, limpieza y renovación de señales y mobiliario urbano pensada para cubrir imprevistos achacables al gamberrismo. También estas empresas se encargan de eliminar pintadas en la vía pública. Son muchos los elementos que acaban siendo víctima de los grafittis, desde la zona de observación de aves situado dentro del marjal a las murallas del castillo del Papa Luna. Las empresas Fobesa y Aplitec, contratistas de los servicios, son quienes asumen en sus contratos anuales de mantenimiento la reposición de elementos dañados, de manera que no supone un sobrecoste para el consistorio. En otras ocasiones es el servicio de limpieza quien devuelve a su estado inicial los elementos estropeados.