«Releer es vivir dos veces», anuncia uno de los carteles expuestos en la librería Re-read de Castelló. La tienda, ubicada en la céntrica calle Navarra, lleva dos meses abierta al público y la novedad del negocio hace que constantemente se acerquen personas a curiosear. Muchas de ellas nunca habían comprado en una librería de segunda mano y menos como esta. Su dueña, Carine Deboaisne, explica que lo que diferencia a Re-read —una franquicia low cost surgida en Barcelona— de otros negocios del sector es la organización de los libros. «Esto no es la cueva de Alí Babá, aquí los ejemplares están ordenados y es fácil encontrar el título que buscas», apunta la librera.

El ambiente del local también atrapa al cliente. Las paredes en blanco y negro y las estanterías iluminadas conceden todo el protagonismo a los lomos desgastados y las portadas multicolor de los libros. Una mesa con taburetes coronada por una sombrilla de playa y decorada con una pecera en la que nadan dos peces tropicales invita al lector a sentarse y hojear con tranquilidad los ejemplares de Jorge Bucay, Isabel Allende o Umberto Eco. Al fondo, un pequeño rincón con estanterías bajitas y muchos libros infantiles atrae la atención de los niños.

En definitiva, todo en esta tienda está pensado para detenerse y bucear entre las obras que una vez fueron de alguien y ahora buscan un nuevo dueño. «Hay que dejar viajar a los libros», dice Carine, quien asume la reutilización de los objetos como una filosofía de vida. «¿Por qué comprar y tirar las cosas constantemente?», se pregunta la empresaria francesa afincada en Castelló desde hace cinco años. A su juicio, las tiendas de segunda mano «no estaban bien vistas en España, parecía que eran sólo para personas que no se podían permitir algo nuevo», pero ahora se alegra del cambio de mentalidad propiciado fundamentalmente por la crisis, en la que han florecido negocios basados en la reutilización.

Carine compra los libros a 20 céntimos y los vende a precios más que asequibles: 3 euros por uno, 5 por dos y 10 por cinco ejemplares. Está satisfecha con la acogida de su negocio: dispone de unas 5.000 obras que le ha vendido gente por falta de espacio en casa o porque simplemente cree innecesario acumular objetos. Los libros de Re-read cuentan dos historias: la que escribió el autor y la de quien poseyó la obra. «Me he encontrado muchas cosas entre las páginas: entradas de conciertos que valían mil pesetas, billetes de tren de los años setenta, fotos, cartas y dedicatorias íntimas», relata Carine, quien piensa hacer una exposición con todo esto. Tal vez el antiguo dueño de «Un mundo feliz», emprendía algún viaje mientras leía a Huxley o puede que la guía de Turquía que ahora está en venta proporcionara a alguien aventuras memorables. «Releer es vivir dos veces» y la vida de los libros es infinita.