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Medio siglo dedicado a la discapacidad intelectual

La residencia dispone de una piscina exterior y otra climatizada, una sala de fisioterapia y relajación, además de aulas para clases de lenguaje, matemáticas o manualidades.Trabajadoras de la residencia.El gerente de Afanias, Francisco Gil.La sala Snoezelen, para estimular sensorialmente a los usuarios con luces e imágenes.

«La sociedad tiene que aprender mucho de las personas con discapacidad», dice con convicción el gerente de Afanias, Francisco Gil, mientras muestra orgulloso las instalaciones de la asociación en la cuadra Portolés de Castelló. Allí, a pocos metros de la cárcel, se ubica un edificio con jardines y piscina donde se respira tranquilidad y paciencia. La que transmiten los trabajadores y trabajadoras del centro que atienden día y noche a los 34 usuarios de la residencia. Se saben sus nombres de memoria y no sólo eso, conocen al milímetro sus necesidades. Reportan a diario por escrito todos los detalles de cada persona a la que atienden: si ha comido bien, si duerme a gusto o si se ha tomado la medicación. «Ahora en verano los traemos a la piscina», explica la directora de la residencia, Mónica Abión, en referencia al grupo de hombres y mujeres, de entre 19 y 65 años, que en ese momento están disfrutando como niños de un baño refrescante al sol.

Probablemente los fundadores de Afanias no podían imaginarse en qué acabaría convirtiéndose aquella asociación familiar que decidieron poner en marcha en 1965, cuando la única alternativa para los afectados por el síndrome de down o la parálisis cerebral era quedarse en casa. Ante la falta de alternativas, un grupo de padres y madres decidió dar un proyecto de vida a las personas con discapacidad psíquica, proporcionándoles una atención específica que mejorara su bienestar y, por ende, el de sus familiares.

Aquel proyecto fue haciéndose más grande con los años hasta conseguir poner en marcha la residencia, un centro ocupacional y un servicio de atención temprana para niños de entre 0 y 6 años, en los que atienden en total a 150 personas. «Antes se escondía a los hijos discapacitados», explica Gil, pero pese a los avances considera que «aún queda mucho camino por recorrer» para cambiar la percepción de la sociedad. Pone un ejemplo: «los empresarios siguen teniendo miedo a contratar a personas con discapacidad intelectual, cuando son perfectamente capaces de desarrollar las tareas que se les enseñan», lamenta el gerente de Afanias.

El próximo objetivo en el que la asociación tiene la mirada puesta es crear un servicio para atender también a usuarios de entre 6 y 18 años, de manera que se cubriría todas las etapas de la vida de las personas con discapacidad intelectual. «El dinero que se invierte en esta gente no debe verse como un gasto, es una inversión que tiene un retorno en la sociedad», sentencia Gil.

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