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Un paraíso culinario en las afueras

El establecimiento, regentado por los hermanos Barrera, se ha convertido en punto de encuentro obligado para los amantes de los buenos almuerzos

Un paraíso culinario en las afueras

Dos hermanos que regentaban una cafetería se animaron a dar un paso más en el escalafón hostelero y montaron un restaurante. Se enfrentaron entonces a un dilema: el nombre del establecimiento. Tras darle muchas vueltas optaron por combinar las primeras letras de sus dos apellidos y el resultado fue El Barull. José Vicente y Sergio Barrera Ulldemolins no podían imaginar entonces, hace catorce años, que aquel humilde local a las afueras de Castelló iba a reportarles tantas alegrías.

Es raro el día en que su salón, con un aforo de cien personas, no está lleno. Abren a las seis de la mañana y comienzan sirviendo desayunos a los trabajadores del Grupo San Agustín y las calles adyacentes. Pero el principal reclamo de este restaurante es el almuerzo. Las carnes a la brasa en todas sus variantes (panceta, chorizo, morcilla o longanizas) hacen las delicias de los más hambrientos. Además, son muy demandadas las tapas que prepara cada día José Vicente. Platos tradicionales como la anguila, las manitas de cerdo, el rabo de toro, las albóndigas de bacalao o la sangre componen el amplio abanico de tapas. Entre sus especialidades, también destacan las tortillas de todo tipo: además de la clásica de patata, se pueden degustar tortillas de sobrasada, bacalao, calabacín, berenjena, ajos, alcachofas o setas. Por otra parte, los bocadillos han mejorado desde que utilizan el pan de Els Ibarsos que vende el nuevo horno del barrio, según reconoce José Vicente.

Toda esta oferta culinaria hace que cada día se den cita en El Barull decenas de parroquianos. Entre ellos, destacan los trabajadores del polígono en el que se ubica el restaurante y personal del Hospital General, que acude a diario por su cercanía. También es punto de encuentro habitual de policías locales y nacionales, y guardias civiles. «Este es un mal sitio para entrar a robar», bromea el dueño del establecimiento.

Las comidas también son concurridas. Los clientes aprecian poder comer como en casa platos del recetario tradicional: lentejas, alubias y olla de la plana, son algunos de los humildes manjares que sirven en El Barull. También son conocidos los arroces del restaurante: la paella de los jueves, la fideuà, el arroz caldoso, el arroz negro o con magro y setas.

El local se ha convertido así en el referente gastronómico de esta parte de la ciudad y demuestra que en el extrarradio se puede comer de lujo.

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