La lluvia y los paraguas se convirtieron ayer en los componentes añadidos de la primera de las Entradas de Toros y Caballos de Segorbe que este año celebra décimo aniversario desde que fue declarada fiesta de interés turístico internacional. Una entrada vistosa y agrupada que quedó marcada, además de por la lluvia, por el retraso de siete minutos en la hora de su inicio, la falta de dos monturas de las trece habituales y el leve resbalón de Open, el caballo de Puchol, que sufrió un leve rasguño en una de sus patas traseras al final de la carrera.

Tal y como explicó el propio Puchol a Levante de Castelló, «la verdad es que la entrada, aunque para mí ha sido un poco comprometida, como en tiempos, porque es el primer día que sale el caballo y estaba muy excitado, ha sido muy bonita y compacta. El tiempo no puede pedir más ni nosotros tampoco». El veterano caballista explicó que durante la carrera el caballo estaba «nervioso». Por ello, cuando llegaron justo a la puerta de la plaza, le tocó «hacer lo posible para frenarlo y enfocarlo, resbaló y se hizo un rasguño en la pata de atrás, pero sin ningún percance», según detalló. Asimismo, Puchol, que fue uno de los cuatro caballistas que subió pasados dos minutos de las dos de la tarde entre los silbidos del numeroso público, lamentó ayer la actitud de los espectadores: «creo que no nos los merecíamos, ya que hemos subido cuando nos han dicho que sí se hacía».

Por lo demás, la calle Colón se llenó ayer de gente para vivir la primera de las Entradas de Toros y Caballos de la capital palantina, que este año está de aniversario. Como pocas veces recuerdan la mayoría de segorbinos, la lluvia se convirtió en un ingrediente más que sumar a toros, jinetes, caballos y espectadores que, como manda la tradición, se congregaron minutos antes en la primera de las citas anuales para disfrutar del riesgo y la emoción de este encierro único en el mundo.

Con siete minutos de retraso de la hora prevista debido a la falta de caballistas participantes, los toros salían de la calle Argén para fundirse con los once jinetes que esperaban concentrados en Mesones para comenzar la bajada hasta la plaza de la Cueva Santa. Abriendo la manada, el cabestro salió del toril y fue frenado por los jinetes para enfilar el recorrido por la calle Colón en una primera entrada donde el flanco derecho contó una importante desprotección por parte de los equinos a partir de la tribuna de autoridades.

A su paso, la comitiva animal fue abriendo hueco entre la multitud de asistentes que, paraguas y cámara en mano y formando la ya conocida cremallera humana no quisieron perderse uno de los espectáculos más ancestrales y que mayor número de público registra en toda la provincia de Castelló. Tras la llegada a la plaza de los toros, los caballistas participantes enfilaron su ritual de subida hasta la plaza de los Mesones dejando a su paso una imagen única entre la ovación de la gente y los paraguas que los espectadores abrieron para protegerse de la incesante lluvia.

Por la tarde, al anularse la actuación de los alumnos de la Escuela Taurina de la diputación, la novedad llegó con el espectáculo taurino de recortes, quiebros, saltos y moto torera, con toros de Machancoses.