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El señorío decadente

En la misma zona conviven edificios y jardines esplendorosos con otros abandonados y en ruinas

La avenida Vila-real, en el bulevar de Renfe, deja una panorámica de contrastes. La vía, un día símbolo de poderío, donde residían las familias ilustres de la ciudad, se ve deslucida por el abandono actual de algunos de sus masets.

A principios del pasado siglo se levantaron auténticas mansiones en la zona que limita con la avenida Enrique Gimeno y la Gran Vía. Eran villas de estilo modernista en las que las familias adineradas de la época solían pasar el verano. Los edificios señoriales estaban rodeados de jardines frondosos regados por pozos propios y en los que era común celebrar fiestas y verbenas para amenizar las noches estivales.

Los masets estaban inspirados en el estilo art déco, con claras influencias del modernismo de Gaudí. Pero los años de celebraciones llegaron a su fin en la década los sesenta, cuando las familias cambiaron el paisaje de cultivos y jardines de la avenida Vila-real por la playa de Benicàssim. Allí fijaron sus nuevas residencias de verano.

Ahora, la vida en aquellas históricas viviendas del distrito oeste de Castelló es apenas testimonial. La mayoría de masets desaparecieron y otros, aunque siguen en pie, están deshabitados y abandonados. Los jardines que antaño perfumaban con sus flores la calle, son ahora un foco incontrolable de maleza que engulle las construcciones y deja los caminos de acceso impracticables. Alguno de estos inmuebles fueron ocupados, por lo que no es raro ver puertas y ventanas tabicadas. No obstante, todavía quedan algunos masets habitados en la avenida Vila-real. Es el caso de la residencia del ilustre escritor Joan Francesc Mira, cuyos cuidados jardines dan idea de la belleza predominante de aquel entorno próximo a la estación de tren y a la antigua general.

El declive de estas construcciones no impide admirar su grandeza arquitectónica, marcada por un estilo modernista que también quedó reflejado en el Casino Antiguo y en otras obras coetáneas que salpican la ciudad. El paso del tiempo no ha borrado las huellas de aquel pedacito de historia.

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