La última jornada en San Sebastián dejó para el final la enigmática película canadiense Los demonios y la original Un día perfecto para volar, del catalán Marc Recha. Ambas clausuraron la sección oficial y no pareció que ninguna pudiese colarse en el vagón de las favoritas. Hay dos cintas que han descollado durante la semana en este sentido. La primera es Truman, de Cesc Gay, el director de Una pistola en cada mano, que se rodeó en esta ocasión de Ricardo Darín y Javier Cámara para una historia entre dos amigos que emocionó como pocas en la sección oficial del certamen.
Otras de las que parece haber dejado huella en el jurado es Freeheld, de Peter Sollett. La producción norteamericana cuenta la lucha real de dos lesbianas en Nueva Jersey para que a una de ellas se le concediese una pensión a la muerte de su compañera, a la que habían diagnosticado una enfermedad terminal.
La cinta acercó al festival algunos de los escasos grandes nombres de Hollywood de esta edición, como Ellen Page, coprotagonista junto a Julianne Moore. La que también pasó por la ciudad ayer fue Emily Watson, para recoger el Premio Donostia: «Durante años fui la chica loca de Rompiendo las olas, me abrió las puertas. No estoy segura de haber sido capaz de interpretar un papel antes de esa película», reconocía la actriz.
