Comenzó la Liga sin juego, pero tenía resultados. Perdió los resultados y se agarró más tarde a las buenas sensaciones. Pero ayer, cumplida la décima jornada, acumulando ocho sin ganar y a trece puntos del líder, al Castellón no le queda ni juego ni resultados ni nada que no sean horribles sensaciones. Si el fútbol fuera boxeo, el partido hubiera terminado con el 1-3 del Novelda en el minuto 77, que derribó por KO a lo que quedaba vivo en el Castellón. Era poco: un equipo roto, lastrado por el riesgo exagerado que implica el plan favorito del entrenador, con la mayoría de futbolistas fuera de sitio y alguno quizá sin saber dónde jugaba. Y es que una vez sanos los delanteros, el entrenador Calderé, destituido por la noche, volvió elegir el camino de la percusión. Como suele ocurrir, no le funcionó. Había mostrado el equipo albinegro, en las últimas semanas, una versión más ordenada, más controlada y más sólida, pero ayer se vio que no era por convicción, sino porque no quedaba más remedio. Volvieron los delanteros y volvió el caos. Volvieron también los goles en contra: el 1-4 de un Novelda que ni siquiera necesitó realizar un gran partido para llevarse de vuelta a casa una merecida victoria.

Para empezar, por si no estaba el paisaje suficientemente complicado, el Castellón se pegó a los dos minutos el tiro de rigor en el pie. Javi Salero cruzó a gol sobre la salida de Álvaro una jugada que nació en un saque de banda y que desnudó la pasividad en cadena albinegra. Recibido el golpe, al equipo de Calderé le costó reaccionar. No tanto en ocasiones, porque Fonte tuvo una clarísima apenas dos minutos después, en un córner que peinó Castells y no supo embocar en área pequeña, pero sí en juego y fluidez. Está el equipo que cualquier escalón le parece una montaña, corto de confianza y serenidad, achatado de área a área. Fue el centro del campo, en el paso al frente de Castells y Marenyà, el que sostuvo al grupo en esos minutos, con el partido caminando en el alambre.

Hasta el descanso, el escaso colmillo del Novelda minimizó los errores del Castellón. No terminó de encajar el puzzle de los tres delanteros, con Fonte y Saizar repartiéndose el trabajo en el costado izquierdo, donde Jesús López sufrió las peores embestidas. Mal que bien, el paso de los minutos no descarriló al Castellón en un tramo de alto riesgo. Al contrario, encontró el empate al filo de la media hora, en lo que podríamos llamar la segunda jugada de la segunda jugada. El portero Álvaro sacó en largo para Antonio, cuya pelea por alto derivó en un rechace que cazó Marenyà en el flanco izquierdo. Marenyà tiró de tobillo para arreglarse el centro al área, donde Saizar empaló, duro y abajo al rincón del gol, el despeje fallido de la defensa.

El empate templó los nervios y envalentonó al conjunto local, que firmó sus mejores minutos. Dos arreones de Pruden, un centro y un tiro alto, mostraron la cara de una moneda cuya cruz fue una pérdida del propio Pruden, que provocó una contra que exigió a Álvaro. Como fuere, para el Castellón terminó mejor el primer tiempo que como empezó. Hubo incluso una última ocasión: un centro templado de Pruden que Saizar anduvo cerca de convertir en gol.

Tras el descanso, cuatro minutos tardó Jesús López en derribar a Salero a la entrada del área. El 1-2, el segundo de Salero, alteró el sistema nervioso de los albinegros, ahora de manera definitiva. Calderé descoyuntó al equipo y ahondó en el impulso del caos, y la afición albinegra presenció una película conocida. El horror: los nervios, la precipitación y los fallos de los locales, en fatal autocombustión; y la tranquilidad, el acierto y el triunfo de los visitantes, disfrutando al contragolpe de la pradera de Castalia. Lo de siempre, se puede decir: cambios suicidas, ataques locos, sentencia a la contra.

En el jaleo táctico marca de la casa, el Castellón sufrió e hizo sufrir a los suyos, se nubló en el área y no pudo ponérselo más fácil al Novelda. El zurdo Antillaque, en la recta final, abrochó el 1-4 de los alicantinos, en dos contragolpes demasiado predecibles.