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La cárcel más incomunicada

Se inicia la recogida de tarjetas telefónicas para que los internos de Albocàsser llamen a sus familias en Navidad

La cárcel más incomunicada

Una cárcel con difícil acceso puede parecer idónea para la seguridad. Sin embargo, resulta un auténtico castigo para las familias de los presos. Es lo que sucede en la prisión de Albocàsser, donde los medios de transporte público son, a todas luces, insuficientes.

«Sólo hay dos autobuses: uno que sale del municipio por la mañana y otro que vuelve desde Castelló por la tarde», lamenta la delegada diocesana de Pastoral Penitenciaria, Sonia Barreda. Con este servicio, un familiar que visite a un interno desde la capital tiene que hacer noche en Albocàsser si no cuenta con vehículo particular. La alternativa, según explica Barreda, «es coger un taxi desde Castelló que cuesta 90 euros». Además, tampoco hay transporte público desde el pueblo hasta la prisión, por lo que se ven obligados a caminar 3 o 4 kilómetros.

De esta manera, «mucha gente no se puede permitir visitar a sus familiares en la cárcel. Hay que recordar que muchos de los presos son indigentes o con escasos recursos. Además, algunas familias residen en otras provincias y al carecer de transporte público al final optan por no venir», advierte la delegada de la asociación.

Ante esta situación, Pastoral Penitenciaria ha puesto en marcha un año más su campaña de recogida de tarjetas telefónicas para los presos. «Ya que no pueden ver a sus familias en persona, al menos que puedan hablar con ellas en Navidad», explica Barreda. La iniciativa no sólo beneficiará a los internos de Albocàsser, sino también a los de la cárcel de Castelló. Bajo el epígrafe «La cárcel la sufre toda la familia», la campaña se dirige a los casi 1.800 presos que hay en la provincia y pone el foco en las familias, que también sufren las consecuencias del encarcelamiento.

Además de tarjetas telefónicas, la organización recoge tarjetas navideñas, sellos y sobres -para que puedan enviar felicitaciones en estas fechas- turrón y bolígrafos. Las personas interesadas en colaborar pueden hacer sus donaciones en la parroquia de San José Obrero de Castelló o ingresar dinero en la cuenta de la organización.

La falta de transporte público no sólo dificulta las visitas de los familiares a los internos, sino también la salida de los presos que gozan de permiso penitenciario. Desde el sindicato de funcionarios de prisiones Acaip, aseguran que «hay internos que no podrían salir de permiso si no fuera por Pastoral Penitenciaria». La organización benéfica fleta vehículos para trasladarlos desde la cárcel. Además, hay una red de voluntarios en Albocàsser que acerca a internos y familiares a la prisión desde el pueblo, ya que no existe ningún servicio público que cubra esta necesidad de transporte.

Acaip recuerda, además, que hay cuatro turnos de visita al día, dos por la mañana y dos por la tarde, y reconoce que las opciones de acceso para los familiares son escasas si no cuentan con vehículo propio.

«Es la consecuencia de construir las cárceles tan lejos del casco urbano», advierte Barreda, quien lamenta la situación de incomunicación a la que se ven abocadas las familias.

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