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Castelló garantiza el espectáculo

El presidente del Club Ciclista Castelló, Vicente Andreu, y el director deportivo del Club Ciclista Castillo de Onda, José Cabedo, analizan las dos etapas de la Vuelta a España 2016 que transcurrirán por la provincia de Castelló este verano

Si por algo se ha elegido Llucena como uno de los finales de etapa en la 72ª edición de la Vuelta Ciclista a España es por el juego que su entorno puede dar. El Mas de la Costa concentra un 22 por ciento de desnivel en poco más de cuatro kilómetros, lo que pondrá a prueba la resistencia del pelotón en una jornada en la que el espectáculo está garantizado por las carreteras de la provincia.

La etapa Castelló-Camins del Penyagolosa tendrá salida en la capital de La Plana el 7 de septiembre y transcurrirá por el Desert de Les Palmes, Alto de la Coma, La Pobla Tornesa, Cabanes, Torre d'En Doménech, Sarratella, Albocàsser, Benassal, Culla, Atzeneta, Les Useres, Costur, Figueroles y Llucena, para concluir en el citado Mas de la Costa.

«Es una etapa peligrosa, que llega tras un día de descanso que no a todos los ciclistas sienta bien, y creo que va a ser decisiva. Es la penúltima etapa de montaña y en ella los favoritos podrán marcar diferencias», analiza José Cabedo, director deportivo del Club Ciclista Castillo de Onda.

La subida del último puerto se iniciará en el río Llucena y tiene varias fases. La primera de ellas presenta un desnivel máximo del 19 por ciento y casi dos kilómetros de longitud hasta llegar a un collado donde el trazado es menos exigente. Los primeros 1.600 metros están asfaltados y, a partir de ahí, la carretera, que se estrecha mucho, se convierte en una pista de cemento en condiciones perfectas para la subida en bicicleta, pero no tanto para los coches.

«Es una carretera con tramos asfaltados, pero muy estrecha y ahí será donde los corredores sacarán diferencias. Será un final de etapa exigente y seguro que se ve un buen espectáculo», explica Vicente Andreu, presidente del Club Ciclista Castelló.

El segundo tramo, a partir del collado, alterna subidas cortas con diferentes desniveles que van desde el 14 al 21 por ciento. La última parte de esta subida concentra los mayores desniveles del puerto ya que se acumulan hasta cinco subidas cortas en las que se aumenta el grado de desnivel hasta llegar al 22.

«Es una etapa sorprendente no solo por el esfuerzo que va a suponer para los corredores sino también porque llega después de un día de descanso (6 de septiembre) y será la última en la que puedan sacarse diferencias de verdad», añade Cabedo.

La etapa décimo séptima está precedida también por otra llana, con salida en la localidad turolense de Alcañiz y con llegada en Peñíscola, pasando por el puerto de Torre Miró, Vinaròs o Benicarló (5 de septiembre). «Esta podría considerarse una jornada de transición, pero llamada a la fuga. Tras dos etapas de montaña, los corredores se encontrarán con un recorrido aparentemente llano pero con sorpresa final porque la urbanización Las Atalayas es un tramo corto, de un kilómetro o kilómetro y medio, pero de gran dureza y podría haber sorpresas de segundos entre los favoritos y esos segundos pueden acabar siendo decisivos», explica Cabedo.

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