Según parece, ha sido motivo de burla y enfado el planteamiento del Castellón en Sagunto y su consiguiente resultado. Curioso. Por las gradas del Nou Camp de Morvedre oí un comentario recurrente entre saguntinos y albinegros: «el Castellón no puede venir aquí a no jugar al fútbol, a perder tiempo y a defender un empate a cero contra un equipo más pequeño». ¿Por qué no? Pregunto yo. Hasta donde yo sé, Saguntino y Castellón son equipos de la misma categoría, que comparten desde hace cinco temporadas. Con la salvedad de que, los que el sábado hicieron de locales, llevan siete puntos de ventaja a los que fueron visitantes y lideran la liga con una racha de victorias en casa aplastante y única en España. Racha que rompió el Castellón el sábado, por cierto.

Se supone que el equipo de Kiko no puede plantear el partido del fin de semana de esa manera por el mero hecho de ser el Castellón. Yo también lo he creído muchas veces, y no solo el no poder plantear partidos de una u otra forma. El primer año en Tercera creía que la huelga ante el Llosa nunca se produciría y el club no tendría motivos reales para desaparecer por el mero hecho de ser el Castellón. El segundo año pensé que subirían en el play-off por el mero hecho de ser el Castellón. El tercer año no me imaginé que fuéramos a sufrir el peligro real de descender hasta la penúltima jornada por el mero hecho de ser el Castellón. El cuarto año estaba convencido de que subirían ante el Linares por el mero hecho de ser el Castellón. Y no. El escudo, la historia, el orgullo y esa serie de intangibles solo tienen valor en nosotros. Oficialmente solo somos un equipo más de Tercera División, aunque duela.

El único modo salir de esta categoría que alimenta nuestras pesadillas es adaptarse a las circunstancias. Ser un equipo de Tercera División para poder dejar de serlo. El sábado me marché orgulloso porque vi a un conjunto competitivo, ordenado y solidario en toda clase de ayudas. El mismo Castellón que en otras jornadas y temporadas se venía abajo en esa clase de escenarios adversos y contrarios a sus raíces se creció y salió a batallarle al equipo con las mejores cifras como local del país. Y lo consiguió.

No es fácil tener que renunciar al hecho de disfrutar viendo a nuestro equipo. Ver goleadas, hacer la ola y sentirse superior a cualquiera. Para volver a ser, y esto es salir de esta categoría, hay que sufrir mucho y muy mal. Y cuando sepamos sufrir sin resentirnos ni venirnos abajo, cuando interioricemos la idiosincrasia del lugar en el que estamos, estoy seguro de que volveremos.