Cuando el CD Castellón militaba en Primera División, hace demasiado tiempo ya, se produjeron fundadas acusaciones contra el entrenador Luiche por airear los secretos de un vestuario a cuya raza y orgullo nos aferrábamos para asir la permanencia. Ya nada fue igual, la desconfianza agrietó aquella piña y nadie ha podido negar que nos acabara costando una caída en barrena que no sé yo si ha concluido todavía. Dentro de la intrahistoria en la que participamos algunos se hizo célebre una intervención de José Mª Arquimbau -¿para cuándo nos vuelves a preparar una paella?- afeando al técnico su actitud con aquella sentencia al destino de sus interesadas filtraciones, ya fuera «por amor o por temor».
No diré que se esté repitiendo la historia, que también, lamentablemente porque pese a nuestra mediocre militancia no han faltado traicioneras licencias y repercusiones similares. Pero más allá de episodios en los que no apostaría mi úlcera, la actualidad regurgita aquella cita del maestro y sin embargo amigo. Digo que no sé si es por amor o por temor, pero de un tiempo a esta parte todo el mundo se llama a andana en pro de la unidad del albinegrismo, prietas las filas, fuenteovejuna y que, de tan juntos, de tanto roce, renazca el cariño que nos habían secuestrado.
Pedirlo por amor es lícito. No ha mucho yo mismo lo hice. Resulta indispensable esa unanimidad a la hora de exigir el ascenso que se nos viene hurtando, ítem más para reclamar el apoyo institucional y, sobre todo, el auxilio judicial frente al expolio sufrido. Con nosotros o contra nosotros, repito ufano.
Pero ampararse en un falso paternalismo para condonar deudas, maquillar faltas y esconder pruebas, me temo que no es lo que necesita el Castellón. Por eso me desafinan los políticos cuando entonan el Pam, pam, orellut!! Por eso me molesta que se acuse a un determinado grupo de accionistas de secesionismo mientras defendían los intereses de todos ,y hasta se les insulta, asamblea mediante, por asumir un protagonismo que no han buscado pero que han ganado con el trabajo que nunca hicieron ni los nuevos administradores de la sociedad, ni los alcaldes, ni las diputaciones, ni los periodistas. Por eso me chirrían hoy los profetas.
Temor, qué digo, miedo. La inminente aparición en escena de la pericial contable, el documento externo que ordenó su señoría, no sólo servirá para calibrar la verdadera cuantía del dinero que supuestamente Castellnou se ha llevado dejándonos en la ruina económica y deportiva. También pondrá nombre y apellidos a algunos de los que, por omisión, fueron colaboradores necesarios de aquella ignominia perpetrada.
Hace falta también poner luz de una vez por todas sobre quién es el verdadero dueño de las acciones del CD Castellón, cuánto ha cobrado el administrador concursal que todavía no ha hecho público si el concurso fue fortuito o punible, dónde está el dinero de Aerocas, cómo se va a hacer frente al plan de pagos que todos los meses nos fustiga. Demasiadas dudas, y de tanto calibre, como para reducirlo todo al fácil deseo de llenar el campo y aplaudir un gol, una victoria o un ascenso, como si nuestra supervivencia dependiera de ello.
Queda muy lucido, patriótico incluso, exigir ahora una especie de amnistía, apelar al perdón como gérmen de ese espíritu tribal perdido y hasta alguna connotación pseudo religiosa. Pero mejor nos hubiera ido con tamaña implicación a la hora de perseguir tanto mentiroso y tanto ladrón como han medrado en Castalia, algunos con demasiada morriña como para no resistirse a volver a salir en las fotos.
¿Amor le llaman? Lo que piden es sexo, y ya han dado bastante.
