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«El Barrio de...»

Botellón en la esencia de Castelló

La presidenta de la asociación de vecinos de Obispo Climent y adyacentes, Tere Folch, batalla a diario por conseguir que el consistorio dignifique un barrio que es emblema de la ciudad

Botellón en la esencia de Castelló

La memoria es frágil, el conocimiento débil y la inacción amplia. Paseas por las pequeñas calles del barrio y te da la sensación de realizar un pequeño viaje al pasado, más profundo del que uno podría imaginar al estar caminando por el mismo origen de la ciudad de Castelló, el germen de lo que es hoy la capital de la Plana. Pescadores, Cazadores, Gumbau, Obispo Climent son parte de la historia de un municipio que, en ocasiones, vive de espaldas de su propia esencia.

Estamos en un barrio que, por sí solo, debería ser patrimonio de la ciudad pese a que los vestigios del pasado se hayan volatilizado. Lo que nos encontramos es, por ejemplo, un resto de la muralla medieval de la ciudad absorbido por un local de copas abierto en un solar de la propia plaza Hernán Cortés.

El encanto que nos empapa al callejear por la zona se torna en estupor si lo hacemos una mañana de domingo, o de sábado... o de viernes: orines, vómitos, restos de botellón y una absoluta imagen de insalubridad que debería dar, como poco, vergüenza a los propietarios de los locales de ocio que han invadido el barrio, y más sonrojo, si cabe, al ayuntamiento por no hacer cumplir a rajatabla la prohibición de beber en la calle, y por no priorizar el baldeo y limpieza, día sí y día también, en la zona.

Comprobar cómo el lugar de nacimiento de la ciudad hace casi 8 siglos es hoy, en pleno siglo XXI, un meadero comunitario y un botellón semanal es, como nos comenta la presidenta de la asociación de vecinos de Obispo Climent y adyacentes, Tere Folch, «para llorar». El problema se ha trasladado de forma continua a las juntas de distrito y, lejos de mejorar, empeora. «Saben cómo están las cosas y ahora nos encontramos con que dan la licencia para una nueva discoteca en la plaza Hernán Cortés», se lamenta Tere Folch, quien insiste en que «la convivencia vecinal es fantástica, pero los problemas de ruidos y de suciedad hacen muy complicado vivir en el barrio».

Lo cierto es que son pocas las parejas jóvenes que optan por comprarse una vivienda y la gente mayor, o se ha ido, o ha fallecido. Es por eso que los comercios y los locales de ocio se han hecho casi los dueños del lugar. Nos encontramos en nuestro paseo con una de las pocas parejas de jóvenes que se acaban de comprar una casa en la calle Pescadores. Nos reconocen que se han tenido que colocar un acristalamiento, no ya a prueba de bombas, pero sí de ruidos.

Fue este problema, precisamente, el que llevó a la creación de la asociación vecinal hace unos años 25 años, hartos del escándaloo de la discoteca que sigue intacta, pese a los cambios de nombre, en la calle Cazadores. En frente de este local está el imponente edificio familiar del obispo Climent, inmueble que se encuentra todas las semanas a merced de los orines de la juventud que transita por la zona.

El edificio del insigne personaje de la historia de la ciudad, digno de un capítulo aparte, es hoy una residencia mixta de Acción Católica y una guardería. En la actualidad cuenta con unos cuarenta universitarios que son también parte de las damnificados de las noches de ocio que hacen del barrio una tortura de jueves a sábado. Así lo reconocen desde la residencia, donde aseguran que esos días «es imposible estudiar y dormir», destacando además el hedor que rodea las calles las mañanas siguientes al ocio sin control.

Otra de las grandes batallas de la asociación estos años ha sido combatir los desmanes urbanísticos. Un triunfo histórico fue la paralización de un bloque de viviendas en la calle Campoamor, esquina con Pescadores, por exceso de volumetría. El inmueble quedó a medio hacer en 1999 y no fue hasta 2012 cuando se pudo retomar al adaptarse a la normativas vigente.

Sant Roc del Pany

La asociación vecinal se reúne en un pequeño entresuelo de una vecina, donde llevan las cuentas y analizan las necesidades del barrio. Al no tener una especial demanda, no realizan actividades como otras asociaciones, centrando todo el esfuerzo, con ayuda del ayuntamiento, en las fiestas en honor a Sant Roc del Pany de Santo Domingo, que se suelen celebrar el último fin de semana del mes de diciembre.

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