Si se piensa dos veces el empate sin goles era el resultado más lógico. Tanto Atlético de Madrid como Villarreal se definen por su fortaleza defensiva y si además, como currió ayer, nadie concede ninguna facilidad, es complicado que haya goles. Así que el submarino se llevó un trabajado punto del Vicente Calderón que quizás le impide por el momento mirar un poco más arriba, pero le consolida más en puesto de Champions. La igualada de ayer del Sevilla mantiene al quinto a ocho puntos. Un partido menos, sólo trece para lograr una recompensa a una Liga para enmarcar.

La única verdad inmutable sobre Marcelino García es su capacidad para sorprender con sus alineaciones. Ayer, como se preveía, introdujo cambios en su once, pero no realizó los que se antojaban como lógicos.

Mostró sus dudas con respecto a la capacidad de Adrián Marín para apostar por Bailly como lateral izquerido y suplir la baja de Jaume Costa. Además, recuperó para la causa a Bonera que fue titular para dar descanso a Mateo Mussachio. En la media, a pesar de los problemas físicos que había sufrido durante la semana, se mantuvo Bruno y la medular ganó físico con la entrada de Pina.

Marcelino también adelantó a Rukavina para que ocupase la plaza de Denis Suárez y delante el único que no descansó era quien se esperaba que no jugase. Soldado mantuvo la titularidad y Bakambu fue su pareja.

Con estos movimientos, el técnico del Villarreal evidenciaba su intención de crear un muro en defensa. Sin Denis Suárez, el submarino renunció a la fantasía y la entrada de Bailly, para encarar a Griezmann, intentaba repetir la operación que tan buen resultado dio ante el Real Madrid. Pero si allí el marfileño fue capaz de parar a Cristiano Ronaldo, aquí mostró problemas para detener al francés. Por fortuna, Griezmann no gozó de una de sus mejores noches a la hora de encarar puerta.

La primera mitad transitó entre la precaución y la incapacidad. El Villarreal se desplegó como la némesis perfecta del Atlético. Apenas dejó espacios atrás y buscó la contra para sorprender. La situación forzó a los rojiblancos a buscar el juego más directo, pero sus balones largos se estrellaban una y otra vez contra la muralla defensiva amarilla.

La ocasión más clara, cuando ya se rozaba el descanso, la disfrutó Griezmann. El Atlético buscaba, en ese tramo, un poco más la combinación y éste permitió a Juanfran superar a Bailly. Su centro lo peinó el internacional francés y se perdió bastante cerca de la escuadra de Areola.

Por lo demás, poco que contar. Castillejo reclamó un penalti de Saúl en el arranque del encuentro y el medio colchonero buscó el peligro con un disparo lejano. Mucha táctica, mucha intensidad, pero el fútbol y la creatividad se echaron en falta.

El «submarino» aguanta

Espabiló el Atlético de Madrid en el arranque de la segunda mitad. Correa incordió a conciencia a Bailly y casi marcó en una vaselina involuntaria en el minuto 54. Pero el Villarreal apretó los dientes y desactivó los ataques de los jugadores locales.

Los rojiblancos buscaban el juego combinativo, tocar y tocar, pero allí aparecían Víctor Ruiz y Bonera para evitar que las incidencias fueran mayores. Además, los amarillos buscaban explotar la contra, pero sus hombres de ataque no tuvieron la suficiente clarividencia para aprovecharlas. Bakambu se vio rodeado de rivales y entregó la cuchara en una antes de ser sustituido y en la última del partido, Adrián López, retornado tras cuatro meses de baja, anduvo demasiado lento para poner en aprietos a Oblak.

La premura y la precipitación comenzaron a guiar a un Atlético que renunció a Griezmann demasiado pronto y al que Vietto y Óliver, que entraron de refresco, aportaron bien poco. Por su parte, Marcelino supo aguantar el envite táctico de Simeone y ve cómo su equipo sigue creciendo.