El fútbol tiene estas cosas. Tariq Spezie nació en 1980 y jamás había marcado un gol de falta. Sin embargo, en su quinto partido de albinegro, cuando empezaba a pesar la sequía goleadora y en un momento crucial de la temporada, sintió que esa que había provocado Antonio la debía lanzar él. Tariq se impuso en el debate con los compañeros, porque candidatos no faltaban, se perfiló para el disparo y endulzó un caramelo que clavó en la escuadra de la portería de Gol Norte. Era el minuto 72 y la rosca de oro de Tariq valía una victoria. Y no una cualquiera. El 2-1 contra el Alzira devuelve al Castellón a la zona de promoción de ascenso tras un partido igualado y competido que paseó por el alambre hasta el pitido final del colegiado.

El Castellón de Kiko Ramírez, que no respiró aliviado hasta el blocaje de Álvaro en el córner del minuto 94, se adelantó pronto en el luminoso. Juanfran zumbó al travesaño una falta que se inventó Meseguer en una travesura, y el rechace lo cazó Arturo para embocar la pelota a gol. Era el minuto diez y el dominio local se antojaba tan ligero como inocuo. Escasos de profundidad, no hubo sobresaltos en ninguna de las áreas hasta cruzar el ecuador del primer tiempo. Los albinegros concentraron sus ataques por el carril derecho con las subidas de Luismi, antes y después del empate del Alzira, y antes y después de que Carrillo y Jorge Giménez intercambiaran perfiles en las bandas. Antes, en el 24, en un centro templado que Carrillo no remató, reclamando penalti en la caída y después, en el 31, en otra acción similar a la que no llegó Tariq por poco.

Un minuto antes, justo a la media hora, había empatado el Alzira. El gol castigó un error doble del central Arturo. Perdió de vista el balón en un envío largo de los visitantes y abrió la rendija a la fatalidad: la bola le rebotó en la espalda y, cuando quiso rectificar, resbaló y dejó a David Grande el camino diáfano al gol. No falló el nueve del Alzira: condujo, evitó la amenaza de la cobertura de Juanra y batió a Álvaro por bajo, con trazo fino.

El 1-1 despertó al Castellón, quizá consciente de la gravedad de la ventaja desperdiciada. No está el campeonato para ese tipo de regalos y quiso rehacerse rápido. Percutió en el tramo final del primer tiempo y rozó el gol en un par de ocasiones. La más clara la tuvo Carrillo, que estrelló a quemarropa y en el cuerpo de un defensor una pelota suelta en el área, tras un contragolpe cosido por Tariq y Meseguer. Subió la intensidad también el Alzira, que se marchó al descanso erguido y en pie, con el aire de una última incursión del escurridizo Abel.

Había partido de verdad, con el segundo tiempo por delante. Grande disparó alto un balón suelto en el área, y al poco el central Arturo bordeó el drama en otra pérdida en la salida. Una larga jugada en el minuto 56, en una combinación trenzada por todos los centrocampistas del equipo, serenó al Castellón. Kiko lo mejoró con los cambios, además: Ebwelle le dio otro aire y Antonio liberó a Tariq en la intendencia.

Así llegó el pulso definitivo. El motor de Marenyà activaba una y otra vez el ventilador de Carrillo y Ebwelle. Hubo mucho centro y poca llegada, mucho ¡uy! y poca pupa hasta el minuto 71. Antonio provocó una falta en la frontal y el golpeo de Tariq dibujó la parábola perfecta.

En desventaja, el Alzira cerró con tres y se volcó en busca del empate. No abrochó el triunfo el Castellón en ninguna contra y los visitantes rozaron el empate en los postres. En el 90 lo tuvo Fran, ariete de circunstancias, pero su cabezazo murió en la madera.