Sucedió en Madrid, una mañana nublada de noviembre, en la recepción de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Conrado Marín, presidente de Sentimiento Albinegro, presentó en la sede de la Real Federación Española de Fútbol la primera de las denuncias contra José Manuel García Osuna. A la hora de sacar de la cartera el carnet de identidad, se giró hacia su acompañante y le mostró una foto pequeña y rectangular. «Todo esto es por él», le dijo, con aire de confidencia grave. Ese él de la foto era su padre. El que le llevó a Castalia cuando Marín era un niño de apenas tres años de edad y le contagió una fiebre que no cesa por el Club Deportivo Castellón.

Aquel gesto, aquella declaración de intenciones, aquella denuncia contra el máximo exponente de Castellnou marcó un antes y un después en la asociación de abonados y pequeños accionistas del club albinegro. El antes, en el invierno de la temporada 2010-11, cuando el discurso oficial de club saneado del consejero delegado Antonio Blasco comenzó a chirriar con la aparición de diferentes deudas, una situación que precipita las primeras reuniones. Marín convoca a «gente del entorno en la que podía confiar» y con ellos nace la asociación. Y a los pocos meses, con el descenso administrativo a Tercera y el baile de candidatos que alumbra «momentos complicados» con la marcha de parte de la directiva. Y el después, a partir de ese noviembre de 2011, con nuevos miembros y un «mandato claro de la asamblea». Esto es, emprender acciones legales contra Castellnou, principal responsable del desplome deportivo y financiero del Club Deportivo.

«Quizá podríamos haber hecho más», concede Marín, «pero siendo conscientes de nuestras posibilidades hemos sido fieles a dos aspectos básicos: uno, rechazar cualquier opción de fundar otro club; y dos, las acciones legales contra Castellnou». El proceso judicial contra los anteriores gestores de la entidad acumula decenas de imputados y se encuentra en fase de instrucción. «En la recta final», dice Conrado, «la pericial contable está al caer». A partir de ahí, el juicio y el cumplimiento del lema «Justicia para el Castellón» estará un poquito más cerca.

Esta batalla judicial de Sentimiento Albinegro, con nulo o escaso apoyo institucional, no evita que la «preocupación» por la situación del club a corto plazo continúe ahí. Marín no ve más solución que «alguien ponga dinero, tarde o temprano, y no solo la afición». «A mí me hubiera gustado en su día la creación de una Fundación tipo Levante, pero no se hizo. Ahora, como ha pasado en Elche o Zaragoza, lo idóneo sería un liderazgo político que implicara a empresarios de la ciudad». El caso del Castellón, además, presenta un problema doble. «Al final del pasillo sigue estando Osuna, pero en el medio está el presidente Cruz, lo que dificulta todavía más las cosas. Yo confío en que se imponga el sentido común», asevera.

El relato de Conrado se culmina con un poso de amargura. «Existe cierto cansancio, claro», comenta, «pero sigo pensando que tanto esfuerzo para que el Castellón no desaparezca y tire hacia arriba merece la pena. Por eso sigo. A mí me encantaría ser simplemente Conrado, el del libro del Castellón (escribió junto a Miguel Ángel Serer En el escudo de tu historia, catedralicia obra estadística sobre el club), porque eso es lo que me gusta, es lo que soy, un aficionado albinegro apasionado por su historia. Y quizá por eso, por conocer tan a fondo qué ha supuesto el Castellón para la ciudad, duele tanto el estado actual».