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El caso Marcelino

El entrenador asturiano ha encontrado en el Villarreal una estabilidad desconocida en su carrera Tomó las riendas del equipo en Segunda División y competirá la temporada que viene en la Liga de Campeones

El caso Marcelino

Desde la eliminación en Anfield, Marcelino García Toral se ha esforzado por subrayar el mérito de la temporada amarilla. No en vano, el preparador asturiano afrontaba este curso un reto desconocido. Jamás en su carrera había durado tanto en un club como en el Villarreal, una estancia en la que ha ido cumpliendo cada uno de los objetivos de la entidad y que, pese al interés de otros clubes europeos, continuará al menos la siguiente temporada.

Así, Marcelino podrá completar un viaje al alcance de pocos: coger un equipo en Segunda y llevarlo hasta la Champions. García Toral llegó al Villarreal en un momento complicado. Era enero de 2013 y la urgencia por ascender era palpable. Tomó las riendas del equipo que dejó Julio Velázquez, lo remodeló y devolvió a Primera. Al año siguiente, consiguió evitar sufrimientos en el regreso a la máxima categoría y clasificarse para la Liga Europa. En el tercer año repitió éxito, con el añadido de competir hasta el final en tres frentes. En Copa, solo el Barcelona lo apeó de la final, en una histórica semifinal para los amarillos.

Este año, la exigencia era mayor a nivel personal. Nunca había estado cuatro campañas en un mismo equipo. La receta funcionó pronto: el Villarreal mantuvo el bloque defensivo y renovó el ataque por completo. Así fue en competición: un equipo construido desde atrás hacia adelante, que abrochó la clasificación para la previa de la Champions con dos jornadas de antelación, y que repitió semifinal, esta vez en Liga Europa. El Liverpool de Jurgen Klopp negó la anhelada final amarilla.

Durante la temporada, Marcelino renovó su contrato. Pese al interés de club europeos, todo indica que seguirá al frente del submarino. De hecho, la dirección deportiva ya piensa en la próxima temporada, la del más difícil todavía para Marcelino. Quinto año en el banquillo de El Madrigal. Toda una excepción en su carrera.

Ciclos cortos

Porque si analizamos la trayectoria de Marcelino, era preferentemente un entrenador de ciclos cortos, como se estila en el fútbol de hoy en día. Estuvo un año en el Lealtad, con el que subió a Segunda B. Luego dirigió al filial del Sporting, donde cumplió dos temporadas, mismo tiempo que estuvo en el primer equipo del club rojiblanco, su próximo rival en Liga (domingo, 17.00 horas). De ahí saltó al Recreativo de Huelva: otra vez dos años, ascenso a Primera y octava posición en Liga. Un año también exitoso vivió en el Racing de Santander: clasificación europea y semifinal de Copa. Un gran contrato en Zaragoza lo devolvió a Segunda. Logró el ascenso el primer año y fue destituido en el segundo, abriendo una etapa de inestabilidad: otros meses en Santander y una breve historia en Sevilla, donde no cuajó.

Unos meses después apareció el Villarreal. Ambos se necesitaban. El club ha vuelto a la estabilidad, después del baile que siguió a Pellegrini y Garrido. El asturiano, a cambio, se ha afianzado en la élite.

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