Hace 40 años un grupo de ciudadanos de Vinaròs decidió montar una asociación de vecinos. Tras largos trámites, dos años después se constituía Migjorn. El secretario y portavoz de la entidad, Sebastián Fabregat, explicó que «tras la muerte de Franco, varios amigos que ya formaban parte del Centre Excursionista de Vinaròs decidieron que una asociación de vecinos era la más indicada para aglutinar a más gente del pueblo, siguiendo unas ideas de principios que no han variado con el tiempo: mejorar la población, así como la defensa y conservación de nuestra lengua, costumbres y tradiciones».

El primer registro oficial data del junio de 1976, cuando se presentaron los estatutos. «Fue en 1978, tras dos largos años de trámites, cuando se legalizó», explicó Fabregat, que recordó que «ello supone que en 2016 hace 40 años que empezamos a navegar».

Mejoras

«La maternidad, el auditorio, la democratización y la participación de la ciudadanía en la vida pública del pueblo fueron nuestras primeras reivindicaciones», recordó Fabregat, que puntualizó que «a raíz de este movimiento asociativo en 1979, cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas, se formó la candidatura de la Unitat Popular Independent, que con tres concejales fue decisiva para nombrar a Ramón Bofill Salomó, del PSOE, primer alcalde democrático de Vinaròs».

La experiencia de esos cuatro años en el poder municipal, «que resultaron positivos pero duros y polémicos, comportó la voluntad firme de no volver a repetir dicha experiencia electoral», afirmó. Según comentó, una de las primeras campañas de esta asociación de vecinos fue la de 'San Agustí per al poble'. «La idea era conseguir transformar la iglesia de San Agustín en un auditorio municipal, que hoy en día es el Auditorio Ayguals de Izco», dijo. También impulsaron iniciativas para que no cerraran la maternidad, reclamar un hospital comarcal o pedir la instalación de bidones de basura para la ermita. «No hemos dejado nunca de proponer nuevas mejoras y objetivos», recalca Fabregat.

El año 2001 marcó el comienzo de un nuevo impulso para Migjorn. «El no a la guerra, el no a las actuaciones del alcalde, Jacinto Moliner, con el derribo del convento de San Francesco, marcaron los comienzos de la etapa actual, con mucha más actividad y presencia física en la vida de la población», relata Fabregat, que recuerda que «nos modernizamos y nos pusimos en contacto directo con el pueblo con una página web a la que actualizamos permanentemente, además de tener presencia en redes sociales como Facebook y Twitter».

Recientemente la entidad también se ha implicado en iniciativas como la campaña contra del parque eólico marino, el mantenimiento del espejo de agua en el puerto, el cierre del vertedero municipal o la zona azul, entre otras. Uno de los momentos más duros de esta asociación fue la muerte inesperada de su presidente, Vicent Beltrán, según recordaba emocionado Fabregat. Su testigo fue recogido por Fernando Llambrich, actual presidente de Migjorn, que aludió a las dos campañas donde está implicado este colectivo vecinal junto otros de la comarca. «Pedimos la gratuidad de la AP-7 con cortes semanales de la N-340 y mejoras sanitarias», dijo.

Migjorn cuenta con medio centenar de socios y, según Llambrich, «no es que seamos la entidad con más socios en número, pero sí somos muy trabajadores y muy implicados para seguir en nuestra postura reivindicativa para mejorar para nuestro pueblo». «Podríamos hablar de muchos problemas, de viales faltos de bachear, de falta de iluminación en muchas zonas, de la necesidad de mejorar la limpieza viaria o de crear una gran zona azul que en verano se incremente con la naranja», aludió Llambrich, que indicó que «lo más preocupante es la falta de industria y de nuevas fuentes que generen lugares de trabajo y, por tanto, riqueza».