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Una multitud recibe a Santa María Magdalena en la playa de Moncofa

Los vecinos escoltaron a la imagen en su recorrido desde la playa hasta la ermita

Moncofa cumplió ayer con la tradición de desembarcar a Santa María Magdalena desde el barco que la desplazó desde el puerto de Borriana hasta la playa de la localidad para, a continuación trasladarla hasta la ermita. Una celebración que ayer reunió de nuevo a miles de personas que, un año más, cumplieron con este ritual. Y es que el desembarco de Santa María Magdalena es, con diferencia, uno de los actos más emblemáticos de los que vienen realizándose en el municipio desde hace décadas.

De hecho, cada edición sigue atrayendo, por devoción o por curiosidad, a una multitud de personas que no quieren perderse los escasos cinco minutos que suele durar un acontecimiento que llena de emoción y orgullo a los vecinos de Moncofa, especialmente al grupo de hombres que asumen el compromiso de hacerse cargo de su patrona y llevarla, sana y salva, hasta su ermita.

La tarea no es fácil. Estos hombres, de entre 18 y 40 años, se encargan no sólo de todos los preparativos de esta jornada, que no son pocos, sino también de ser los porteadores de la imagen en los actos en los que participa, como sería el caso de la procesión del día de la fiesta mayor. Según Andrés Juliá, de 37 años y que lleva unos 14 años formando parte de este grupo, este es un acto que el público disfruta con mucha intensidad «sin saber que nosotros también lo sufrimos», en el buen sentido de la palabra, dado que «requiere de mucho esfuerzo y sacrificio personal que, finalmente, siempre recompensa».

De la misma opinión es Víctor Salvador, de 32 años, que lleva de herencia familiar la devoción por su patrona. Según recordó ayer, su bisabuelo ya participó en el desembarco, lo que pone de manifiesto la amplia tradición que tiene esta cita anual entre los Salvador. Ambos, Andrés Juliá y Víctor Salvador, junto con el resto de compañeros, se citaron a primera hora de la tarde en la ermita para trasladar a la patrona hasta Burriana, donde horas después fue embarcada. Al pedirles que destacaran un momento concreto sobre el resto, ninguno de los dos fue capaz de precisarlo, convencidos de que todo el desembarco en su conjunto está cargado de intensidad, desde que divisan a la multitud desde la embarcación que les acerca a la costa hasta, según explicó Salvador, «el momento en el que, a pie plantado, alzamos la imagen de la santa».

Devoción

El número de marineros que se suman al evento varía de año en año, así como las motivaciones que mueven a cada uno, dado que hay quien, como Víctor Salvador, arrastra la costumbre por herencia familiar, pero también el que se suma a la experiencia por una promesa o por devoción a la patrona de su pueblo. Sea como sea, forman un equipo que se encarga de todos los detalles.

Una vez en la playa, también como manda la tradición, tres niñas del municipio -Marta, Carmen y Lola-, dos de ellas con experiencia previa, se encargaron de recitar unos versos a Santa María Magdalena. A continuación se produjo el traslado de la imagen hasta la ermita, donde se celebró una misa en su honor.

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