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Opinión | Las cuarenta

Meritocracia

Sorprende -o no- la actitud con que los actuales gestores del club, las autoridades públicas y no pocos medios de comunicación, han abordado la petición de fianzas en la causa abierta contra los anteriores administradores del CD Castellón

Sorprende -o no- la actitud con que los actuales gestores del club, las autoridades públicas y no pocos medios de comunicación, han abordado la petición de fianzas en la causa abierta contra los anteriores administradores del CD Castellón. Una burda intentona por arrogarse la búsqueda de la justicia, obviando, arteramente, que aquella iniciativa corresponde en solitario a Sentimiento Albinegro y los pequeños accionistas, tanto que les costó no pocos disgustos, amenazas e insultos, en algunos casos por parte de quienes hoy brindan por esta resolución judicial.

El club insiste en que ha sido determinante la ampliación de la demanda y la aportación de nueva documentación, dicen que escondida en un falseado de las oficinas de Castalia, y que ha costado dios y ayuda poder encontrar, clasificar, priorizar y presentar. O por personalizar, todo a cuenta del intangible trabajo del presidente David Cruz y el letrado Cano Coloma.

Los políticos ponen el acento en el momento en que se cortaron las subvenciones, mientras amanuenses y correveidiles se recrean hurgando en una herida insondable que contribuyeron a abrir, unas veces por omisión patrocinada y otras por manifiesta inutilidad, que nunca se sabe qué es peor.

En esa suerte de carrera de egos y autobombo no atisbo reconocimiento alguno para esos locos del albinegrismo que se han gastado dinero de su bolsillo, robando tiempo a sus familias y que por único agradecimiento cobraron el desprecio ajeno. Pero ellos, empecinados, quisieron que los culpables de nuestra ruina deportiva y económica supieran que con nuestro sentimientos no se comercia.

Cuando tantas veces se reclama la unidad de todos en pos de favorecer al Castellón, se antoja inconveniente que vengan advenedizos y desconocidos a acaparar un protagonismo banal frente a la silente labor de gente como Conrado Marín, o la ingeniería legal y fina estrategia de Enrique Galindo, sin menosprecio de todos los componentes de SA y de quienes, desde el anonimato, han sufragado los numerosos costes del proceso abierto en 2012.

En aquel entonces el presidente parecía más pendiente de desprestigiarlos que de contribuir a su cruzada judicial. Tanto que yo mismo malpensé si no estaría negociando al tiempo con los propietarios de las acciones nuevas ventajas en la cuestionada y oscura compraventa, hasta que se rompió la baraja y se unió al proceso. Lo ha hecho tarde, y ha valido la pena. Pero no convirtamos en extraordinario lo que en puridad era una prescripción legal, no olvidemos ese matiz. Y mucho menos permitir que enarbole una bandera que no es suya, como de ningún político de esos que sienta su culo por los palcos en busca de fotos, ni de los que han prostituido la información a cambio de favores publicitarios.

Dejemos pues que la justicia siga su camino y no nos distraigamos reclamando méritos que aún no vienen al caso. Y siendo como es que el beneficiario de la misma, digo de una sentencia favorable aún lejana en el tiempo, será la tesorería del Castellón, que el club renueve su colaboración judicial, no pactada ni a plazos, y si se tercia amplíe la demanda a cuantos señalen las pruebas.

En el interín, el resto de sus obligaciones se mantienen. No lo olvidemos. Tanto en el orden deportivo tras cuatro fracasos consecutivos, como en el mercantil, presentando el plan de viabilidad que garantice la supervivencia de la sociedad frente a la amenaza de disolución que genera la falta de liquidez de Cruz.

Y que tomen nota los aspirantes a ocupar el altar de Castalia, la transparencia conquista más adeptos que el maquiavelismo de todo a cien. Que su principal valor no pueden ser los deméritos actuales.

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