Se suele decir que la voluntad mueve montañas, y ayer se pudo comprobar como las ganas de fiestas y de aprovechar al máximo la Semana Grande de la Vall d'Uixó motivaron a cientos de peñistas a participar en el concurso de paellas, a pesar de las sofocantes temperaturas que tuvieron que soportar mientras preparaban la receta más autóctona en la explanada de las carpas.

Lo cierto es que la imaginación es una aliada indiscutible estos días para muchas peñas, que combaten las durezas del clima estival y las limitaciones logísticas apelando al ingenio, como se puede comprobar dando un simple paseo por esta zona, donde la Junta directiva repartió los espacios para las 53 peñas que forman parte de la asociación. Junto a los paelleros y paellones que ayer tuvieron una presencia hegemónica, se pudieron ver piscinas, improvisadas mesas y sobre todo sombras conseguidas con cualquier cosa que permitiera detener los rayos de un sol de justicia. El jurado lo tuvo complicado a la hora de degustar todas las paellas de concurso. La mejor paella fue para la peña Bolingos y la mejor presentación para Treballaors. Los ganadores del concurso de beber quintos a trago fue para la peña Marca Ambraser.

Pero las citas festivas comenzaron por la mañana. De hecho, la alcaldesa de la Vall, Tania Baños, describió la de ayer como «una de las jornadas más esperadas de la semana» ya que, si bien el miércoles es el día en el que descansa el concurso taurino, la plaza del Mercado volvió a convertirse en epicentro de la actividad festiva con el simulacro de encierro que se organizó para los más pequeños. El peligro y el riesgo propio de los actos con vacas y toros, se sustituyó por la diversión y la energía que los niños otorgan a todas las propuestas en las que les dejan ser protagonistas.

Baños destacó que el chupinazo infantil y el encierro «siempre es un éxito de participación y demuestra que estas no son solo las fiestas de las peñas, sino también de todos los vecinos, incluso de las familias». Además, para la alcaldesa, el éxito de este tipo de actos demuestra que «nuestras celebraciones más populares tienen mucha cantera y están muy arraigadas».

Tras el chupinazo infantil, en la plaza del Centro y tras correr el encierro como hacen los mayores, una pequeña plaza, instalada en el interior de la grande, permitió a los niños ponerse a prueba ante toros de cartón piedra, pero sobre todo hizo posible que se sintieran partícipes de uno de los apartados más importantes del programa de Les Penyes. Pero por si fuera poco con los actos familiares de la mañana y el concurso de paellas, por la noche llegó uno de los momentos más esperados por muchos peñistas y vecinos de la Vall. Durante toda la tarde las bolsas de plástico, el papel de colores, las tijeras, el pegamento y la pintura invadieron carpas y cocheras para acabar de confeccionar los disfraces que las peñas lucieron en el pasacalle, que se inició al cierre de esta edición.

En el capítulo de incidentes, solo cabría señalar que el martes por la tarde, durante el concurso de ganaderías, los servicios médicos tuvieron que asistir a un peñista de 26 años porque cayó desde lo alto de un cadafal.