La devoción de la Vilavella por los Sants de la Pedra, San Abdón y San Senent, está detrás de un programa de actos que este año celebra el 75º aniversario de estas fiestas populares con un origen que se remonta más allá de lo que la memoria recuerda, pero que está tan arraigado que ha convertido unas celebraciones de barrio, en un punto de encuentro de todos los vecinos.

La Guerra Civil rompió muchas cosas y entre ellas, la normalidad en la vida de unos vecinos que dejaron de lado costumbres y tradiciones centrados en resolver problemas tan prioritarios como salvar la vida y sobrevivir a la postguerra. Aún así, con las ansias de dar la espalda cuanto antes a la tristeza y el dolor que siempre deja tras de sí una guerra, los vecinos de la Vilavella decidieron en 1941 recuperar una de sus fiestas, las que se celebraban en honor a los Sants de la Pedra, que según recuerdan los más mayores, en su día fueron los patrones del municipio, aunque todos los documentos que podían acreditarlo se perdieron durante la contienda.

La tradición marcaba que estas fiestas contaban con un clavario, que se encargaba de sufragar parte de los gastos, pero sobre todo de custodiar a los santos en los actos religiosos, acogiéndolos durante una noche en su casa, una costumbre que se mantuvo hasta el año 2007, cuando no salió ninguna persona dispuesta a asumir esta responsabilidad, lo que condenó a la desaparición la figura del clavario.

Pero un miembro de la comisión, que entró a formar parte de la misma hace 16 años, guardaba su deseo de emular a sus antepasados, aunque «esperaba el momento oportuno», y ese día llegó cuando la fiesta se planteó la celebración del 75º aniversario, y Carlos Aymerich anunció su determinación de darle a la conmemoración la importancia que merecía.

El primer clavario de Sants de la Pedra desde hace casi 10 años tenía claro que este año iba a ser diferente. Entre otros compromisos decidió sufragar los gastos de una cena de pa i porta para todos los vecinos, una fiesta de colores, una tasca, la actuación de un monologuista local y uno de los cuatro toros que se han exhibido. El resto del programa ha salido adelante gracias a las aportaciones de los abonados y las loterías que se venden a lo largo del año, aunque llama especialmente la atención el capítulo de los donativos, muy habitual en el municipio. Según explica Aymerich, «hay gente que no es del barrio pero quiere colaborar con la fiesta y lo hace como puede, dando 5, 10 o 50 €, cada uno lo que puede».

Pero si algo tienen de singular las fiestas de Sants de la Pedra, es que superan las tradicionales rencillas entre las celebraciones de los barrios de Sant Roc y Sant Xotxim, que casi forman parte de la propia idiosincrasia del municipio. Según Aymerich, las de Sants de la Pedra «aglutinan a todos los vecinos», llegando a tener abonados que no forman parte del barrio, pero sí que quieren formar parte de sus fiestas. Carlos Aymerich está contento por la cada vez más amplia participación de los vecinos.