Fran Escribá (Valencia, 3 de mayo de 1965) se ha encontrado de la manera más rocambolesca con su gran oportunidad como entrenador. El técnico valenciano había visto como se esfumaba el verano sin encontrar acomodo en ningún banquillo de Primera División y, de repente, a menos de una semana de que comience la Liga se ha hecho cargo del Villarreal que le ofrece la oportunidad de disputar la Champions League y de pelear por objetivos importantes en el campeonato doméstico. Una ocasión única para reivindicarse tras una mala experiencia al frente del Getafe. Una oportunidad perfecta para incrementar su prestigio y lograr la visibilidad que no ha alcanzado en sus anteriores proyectos.

Con un carácter bastante similar al de su predecesor en el banquillo de El Madrigal, Escribá se distingue por su alto nivel de exigencia, aunque tiene más mano izquierda que Marcelino García. De hecho, aunque haya sido a marchas forzadas, el Villarreal ha apostado por un perfil de técnico similar al del asturiano cuando aterrizó en Vila-real.

Marcelino se encontraba en sus horas más bajas, tras una decepcionante experiencia al frente del Sevilla, y se encontró con la libertad para trabajar y aplicar sus ideas y sus principios futbolísticos en un submarino tocado, alejado de los puestos de ascenso a Primera División en el año del infierno de Segunda. Por su parte, Escribá se hace cargo del Villarreal después de una desastrosa segunda vuelta con el Getafe, en la que acumuló 13 partidos consecutivos sin ganar. Su sustitución por Juan Eduardo Esnáider no pudo evitar el descenso de los madrileños.

Como su antecesor, se sienta en el banquillo de El Madrigal en una situación límite. Después de que estallase el conflicto larvado entre entrenador y plantilla en Riazor, Escribá debe calmar los ánimos y trabajar para afrontar en las mejores condiciones la previa de Champions League ante el Mónaco que el próximo miércoles vivirá su partido de ida.

Con Sánchez Flores

El valenciano, que como jugador y como técnico comenzó en el Valencia, aprendió el oficio de entrenador al lado de Quique Sánchez Flores. Le acompañó en el Getafe, durante la etapa del preparador madrileño al frente del conjunto azulón, y participó como segundo técnico en la consecución de la Europa League y la Supercopa de Europa con el Atlético de Madrid. Un escuela perfecta para conocer los entresijos de lo que implica ser entrenador al máximo nivel.

Probó a volar solo con el Elche y con los alicantinos subió a Primera. Quizá en esa temporada, cuando los ilicitanos terminaron campeones de Segunda y fueron un dolor de cabeza para el Villarreal, Fernando Roig se fijó en él. Con un juego muy serio, con querencia por el balón y un intenso trabajo defensivo, características propias de su propuesta futbolística, los alicantinos lograron su retorno a la máxima categoría del fútbol nacional.

En Primera División, después de un errático arranque, Escribá supo enderezar el rumbo de los franjiverdes y, con una destacada segunda vuelta, certificó con holgura la salvación del equipo. Pero su logro se vio empañado por el descenso administrativo del Elche decidido en los despachos.

Abandonó tierras valencianas para seguir entrenando en Primera División. Con el Getafe llegó a rozar puestos europeos, pero una nefasta segunda vuelta le costó el puesto. Ahora tiene la ocasión de quitarse el regusto amargo al frente del Villarreal.

En lo táctico, la gran incógnita es si Escribá impondrá su sistema de juego habitual, el 4-3-2-1, o si mantendrá el 4-4-2 de Marcelino, asentado ya en el imaginario colectivo de equipo y afición. Ayer, en su primera rueda de prensa como técnico amarillo, insinuó que se adaptará a las piezas con las que cuenta en la plantilla. Parece que habrá que esperar para que el nuevo Villarreal cuente con el sello de Fran Escribá.