mpató el Villarreal en Granada el sábado su primer partido de Liga gracias a un gol conseguido por Castillejo en un impecable tiro directo, contestado poco después por un gol de los locales que dejaría en tablas el resultado. Castillejo, un futbolista enormemente prometedor que había presentado hasta ahora muchas posibilidades sin conseguir acabar ninguna, fue la figura del partido. Le tenía ganas Samu a un partido personal como el del sábado hasta el punto de que tras el encuentro fue requerido por la prensa que le felicitaba por el partido realizado. «Ya tenía ganas de que me hablaran bajito» fue su respuesta y, si al buen entendedor con pocas palabras, bastan, recordaremos las que ha tenido que soportar el joven malagueño, de parte del anterior entrenador, Marcelino, tan escasamente amable él, cuando se trataba de que sus órdenes fueran cumplidas.

El otro jugador con alguna cosa que mejorar a corto plazo, como así confirmó, fue el que situado en el doble pivote -su lugar adecuado-, dio señales evidentes de que en el doble pivote -sí, de central nada de nada-. De manera que también para aclarar el equívoco sirvió el partido en los nuevos Cármenes, si bien conviene registrar también que los delanteros van afinando la puntería: sus remates a gol acusaron una querencia a los palos así sean los propiamente dichos o el travesaño, de modo que hasta un par de goles quedaron frustrados, por pasarse de frenada, pero van mejorando.

Mejoraron la trayectoria los llamados a marcar goles o ceder el último pase y prometieron con hecho otras y nuevas sensaciones. Bien los cuatro, digo de los puntas más los alas, que pueden ser los que jugaron el sábado u otros que también lo harán porque para esta temporada los goles no estarán tan caros.

Mucho más atentos a las marcas, cubriendo la zona y saliendo al cruce, Víctor Ruiz, Musacchio, y con los laterales muy justos, porque la temporada acaba de comenzar y se les nota mucho. Algunos tienen que arreglar todavía sus desencuentros con la báscula, otros van a base de mojar con el dedo húmedo el punto de mira y todos llevan los músculos de color berenjena. En realidad, y puesto que son los partidos de competición los que dan el tono muscular y el otro, digo de las conexiones neuronales que se ocupan de la mecanización de los movimientos, solo los entrenos diarios y los partidos de alta exigencia acabarán por dar forma, más pronto que tarde, al equipo que sigue enredado entre la plantilla de un grupo, al que falta todavía un central para el caso que se pueda, y ha de ser bueno, bonito y barato.

Lo de la vuelta a verse las caras con el Mónaco será también asunto de la propia estimación, porque ni son mejores futbolistas, ni más competitivos. No dispone de la trayectoria de que dispone el Villarreal para los asuntos relacionados con la gramática parda, que también juega, ni se ha curtido más que los de aquí en lo tocante a experiencia, esa cosa que solo se consigue a base de verse las caras con otros colegas que ya ha toreado en todas las plazas.

No se están pidiendo imposibles, porque las cosas se les han venido encima de improviso. Ni todos estuvieron a la altura de las circunstancias, ni las circunstancias, ni los tiempos llegaron juntos. Sí se vieron las caras unos y otras como poniéndole las cosas fáciles al invitado equivocado. Fue el Mónaco el que se llevó el premio que no merecía y tal vez ahora sea el momento. No hay más tiempo que el que marque el reloj, ni más ansias que ganar y hacerlo marcando dos goles más que ellos esta noche en su casa. De Fran Escribá no hablo, porque estoy esperando que lo haga él en breve, con hechos y en francés. Para que se le entienda.