La plaza Botánico Calduch es uno de los espacios más concurridos del distrito sur de Castelló. En este lugar desemboca la avenida Valencia, una de las principales vías de acceso a la ciudad, y desde allí además se inicia la ronda Mijares, que hasta hace un par de años era la vía que mayor tráfico soportaba de la capital de La Plana. Con todo, y a pesar de que las rondas que bordean la ciudad han descongestionado las calles de Castelló, lo cierto es que por las inmediaciones de esta amplia plaza siguen discurriendo aún hoy miles de vehículos.

A pesar de ello, el ruido constante de los coches se diluye en el interior de este parque. Los árboles, aunque escasos, amortiguan el sonido de motores y cláxons, y únicamente se escuchan los gritos alegres de los niños que juegan al balón o que se divierten en los columpios. Junto a las voces agudas de los pequeños se pueden oir también las conversaciones animadas de jóvenes que a diario se dan cita en la terraza de un establecimiento que ocupa parte de este parque.

La actividad en la plaza Botánico Calduch al atardecer es incesante, incluso en el mes de agosto. Este espacio es de los pocos de Castelló con vida. Con todo, este ir y venir de personas se ha traducido en las últimas semanas en suciedad y vandalismo. Sin ir más lejos, ayer lunes la zona de césped de la plaza amaneció cubierta de botellas de cristal, recipientes de refrescos y bolsas. Las papeleras, vacías, son meros objetos decorativos.

Junto a la suciedad, además, en la pared del parking, en uno de los extremos del parque, aparecieron varias pintadas que lejos de ser artísticas ensucian y afean esta fachada y el parque.