La historia escrita de la pelota a mano entre vascos y valencianos se remonta al duelo de Cartagena celebrado el 2 de septiembre de 1755 y del que, salvo la anécdota de la colorida vestimenta que usaron los valencianos que llamó poderosamente la atención de los vasco-navarros, y de que vencieron los de norte, poco sabemos.

Por tradición oral, recogida por el escritor y periodista Peña y Goñi, conocemos que en 1821, en Madrid, ante el rey Fernando VII, jugó Bautista de Arraioz, «El Hijo de Simón», considerado como el mejor en su tiempo.

Otra de las versiones, aportada por Bozas y Bombín habla de duelo vasco-valenciano. Y es de suponer que frente a Bautista de Arraioz se opusiera el mejor pelotari valenciano que en aquel tiempo no era otro que «El Roig de Alcoi», a quien, según Almela y Vives se le apodaba el «Aquiles de la pelota». Todos esos duelos fueron en la calle, a Llargues.

Con la llegada del «ble», juego indirecto, a mediados del XIX y la profesionalización de la pelota vasca, este deporte se convirtió en un espectáculo de masas. Un buen ejemplo de ello es que la primera publicación periódica sobre el deporte en España fue la revista «El Pelotari» que se prolongó desde 1893 a 1896 y que también recogía crónicas de los partidos en trinquetes valencianos, especialmente el de Juan de Mena, ya desaparecido.

En Valencia nunca triunfó la pelota vasca profesional. Varios intentos, como el Jai Alai, el Valenciano o el Chiqui,, cerraron sus puertas a pesar de sus lujosas instalaciones, al igual que el frontón Condal de Alacant.

Posteriormente, en los ochenta, sucedió lo mismo con el Eder Jai de Benidorm, que, como ya había ocurrido con el Jai Alai de la Alameda acabó anunciado partidas «al estilo del país», según la terminología de la época.

Jose Sanvenancio, «Eusebio», llegó a manifestar a este cronista, en la barra de Pelayo, que «el más bello espectáculo de pelota a mano se daba en aquel frontón de Benidorm» donde se jugaba a tres paredes con capacidad para más de dos mil espectadores, cómodamente sentados en butacas.

Nadie siguió la estela de aquella recordaba y exitosa experiencia de Benidorm. Actualmente tan solo queda una copia de la partida preliminar al duelo entre Genovés y Martinicorena, que fue televisada en directo por la ETB, pero aquella fue una oportunidad de introducir la belleza del juego directo, con rebotes, en las lujosas instalaciones de los frontones vascos, extendidos ya por medio mundo.