Por cuarto año consecutivo, los agricultores de Castelló miran al cielo. La ausencia de precipitaciones lo suficientemente abundantes que recarguen los acuíferos y llenen los embalses de la provincia complica el futuro de un sector que pone sus esperanzas en el próximo otoño, a la espera de que las lluvias alivien los efectos de una sequía que complica la ya de por sí difícil situación de los regantes.

Según los datos del Ministerio de Medio Ambiente, en estos momentos los embalses se encuentran al 43 por ciento de su capacidad. Una situación que, de nuevo, ha obligado a los agricultores a tomar medidas de ahorro que permita garantizar, al menos, los suministros mínimos durante las próximas semanas, si las lluvias siguen sin llegar.

«Al igual que el año pasado, en las comunidades de regantes se están reduciendo los riegos para tratar de alargar al máximo las reservas que puedan quedar, que son mínimas», explica el secretario general de la Unió de Llauradors i Ramaders, Ramón Mampel. Según dice, «llevamos cuatro años de sequía, han bajado las pluviometrías, las temperaturas son cada vez más elevadas y, de prolongarse esta situación, tendremos que tomar medidas urgentes para garantizar el futuro».

Entre otras acciones, Mampel alude a la construcción de nuevas infraestructuras que permitan aprovechar el agua que se vierte al mar cuando hay un episodio de lluvias torrenciales. «En cuencas como la del Palancia, que es la segunda en importancia en la provincia tras la del Millars, únicamente existe un embalse, por lo que mucha agua se va al mar y se pierde», lamentó. En ese sentido, abogó por «crear nuevas infraestructuras que permitan guardar esos recursos». Mampel recordó que «una circunstancia que agrava la sequía es que las precipitaciones están cayendo más en la zona litoral y menos hacia el interior, que es donde se ubican las cabeceras de los ríos y numerosos embalses». «Un año más, poblaciones y granjas han tenido que recurrir a cubas de agua tras agotar sus recursos», asegura.

Cada vez menos reservas

Aunque la extensión de sistemas como el riego por goteo ha permitido reducir hasta en un 45 por ciento los consumos, el representante de la Unió recalca que «la falta de precipitaciones y el incremento del turismo hacen que las reservas sean cada vez menores y, si no llueve lo suficiente en otoño, vamos a tener un problema serio porque estamos agotando los recursos».

Ante esta situación, Mampel también aboga por aprovechar el agua de las depuradoras, una vez tratada de nuevo. «Aunque no es apta para el consumo humano, puede emplearse como agua de riego», indicó Mampel, que recordó que «de hecho, el año pasado los regantes del Camp del Túria emplearon aguas depuradas para regar zonas de huerta de Valencia como Paterna para paliar la falta de reservas». Una solución que el sector estudia extrapolar a la provincia.