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Opinión | Las cuarenta

Un tiro en el pie

Cuando las obligaciones „y/o devociones„ te llevan todos los días a los entrenamientos de tu equipo de fútbol se crea un vínculo entre jugadores y prensa

Cuando las obligaciones „y/o devociones„ te llevan todos los días a los entrenamientos de tu equipo de fútbol se crea un vínculo entre jugadores y prensa que muchos de los afectados suponen perenne y que la realidad diluye con el paso del tiempo, justo cuando el futbolista ya no necesita al trovador de sus gestas o el periodista esa filtración del vestuario para ser el primero en contar la intrahistoria. Señal inequívoca de que la relación era interesada, y no diré yo quién ganaba más. Sólo en contadas ocasiones se ha demostrado que la amistad era real, verbigracia cuando ninguno de los dos ha necesitado del otro. Yo conservo bastantes de las que me siento muy orgulloso.

Escribo pues desde la imparcialidad de quien nunca ha hablado con Carlos López y apenas ha cruzado unas palabras con Charly Meseguer, pero de quien se confiesa admirador de ambos, y no entiendo su salida del CD Castellón. Nada que objetar a la aspiración de mejora de todo quisque, pero me cuesta ver una progresión cuando han firmado por clubes que, como el Saguntino o el Hospitalet, parecen encontrar su techo en la Segunda B. Y por ello mismo tampoco adivino una oferta salarial tan sustantiva.

Dado el tradicional oscurantismo en la gestión de David Cruz, nada se sabe oficialmente de las condiciones de sus traspasos, porque no se puede obviar el contrato en vigor de los infrascritos, más parece lógico poner en duda la existencia de compensación económica alguna dada la escasa entidad de sus destinos. Tanto es así que se ha dado pábulo a que los jugadores hayan podido comprar su libertad a cambio de renunciar a la deuda que se mantenía con ellos, y puede que hasta con dinero propio.

No voy a criticar su decisión, porque ni ha sido el primero ni el último caso y, sobre todo, porque ambas partes han aceptado ese trapicheo. Y aunque sostengo que los futbolistas se han equivocado, que para ese viaje no hacían falta tantas alforjas, me niego a que se les anatemice por ello, pero mucho menos que se les convierta en mártires. Es el si no del fútbol. Y el que no lo quiera ver, o intente manipularlo, participa en mayor medida de ese circo de lo que imagina.

Me disgusta que desde el club -a través de segundos, claro- se les presente casi como enemigos de la causa cuando tan poco o nada se ha hecho para que se queden. Y aún me molesta más que una parte de la afición les convierta en sus arietes contra el presidente, en una campaña que empezó con pedir que no retiremos los abonos para la nueva temporada y ahora ya deslizan una perversa variedad, solicitando a los padres del fútbol base que no inscriban a sus hijos para que el dinero no revierta en beneficio de Cruz. El bucle se completará en breve, instando al Ayuntamiento de Castelló a no renovar la cesión del estadio forzar lasí a renuncia del máximo accionista, cuando nunca debe ser esa la preocupación municipal. Y entonces recuerdo con malsana indulgencia el aviso que lancé a los políticos al respecto el día que recibieron a ese sector de la hinchada tan activo como cegado por su inquina.

Pero como no creo que nadie desee la derrota de su equipo para echar al presidente -salvo que obedezca a otros intereses que el sentimiento y la pasión que nos distinguen-, quiero suponer que lo hacen de manera involuntaria y convencidos por su peligrosa concepción del albinegrismo, sin menoscabo de reconocerles la nefasta gestión económica y deportiva protagonizada por Cruz que algunos criticamos desde mucho antes.

Mi pregunta es por qué sigue sin dar la cara el autor de tan singular como desafinada orquestación. Y mi preocupación es si por fin actuaremos juntos cuando los impagos con Hacienda nos abran la posibilidad de una solución mucho menos traumática que la suya. So pena de preferir el tiro en el pie: otra vez la maldita refundación, y por vergüenza ya no puedan echarse atrás.

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