Con el aroma propio de los días festivos, Segorbe despertó ayer para honrar a una de sus tres patronas, la Virgen de la Esperanza. Como manda la tradición, miles de romeros no quisieron faltar a una de las citas más multitudinarias que la capital palantina celebra en el emblemático paraje de la Esperanza para venerar y agradecer al manantial el agua que suministra a los segorbinos. El disparo de las bombas reales marcó el inicio de una jornada festiva donde, las reinas, Patricia Rodrigo y Martina Gil, presidieron, junto a sus cortes de honor, la ofrenda de flores en la fachada del Sindicato de Riegos.

Tras la ofrenda y junto con las clavariesas de la Esperanza, los segorbinos acudieron hasta la plaza del Agua Limpia para recibir de manos de las reinas, las pulseritas de regalo que este año la comisión realizó como obsequio y partir en romería hasta el paraje natural municipal. A pie, en carro, con carruajes, a caballo o en coche, segorbinos y visitantes partieron desde el ayuntamiento hacia la Esperanza, situada a unos tres kilómetros del núcleo urbano. A su llegada, y después de los almuerzos de rigor bajo las pinadas y sombras, los segorbinos tomaron aliento para bajar y subir las innumerables escaleras hasta el manantial donde beber de un buen trago de agua recién salida o degustar el vino y los refrescos que la comisión de fiestas toros repartió durante la mañana.

Asimismo, cientos de devotos, fieles a su cita, acudieron hasta la ermita con el fin de presenciar la celebración por parte del obispo de la diócesis, Casimiro López, de la misa de campaña en la que también estuvieron presentes autoridades comarcales, el Sindicato de Riegos, así como las reinas, cortes y clavarias de la Virgen. Una vez finalizado el reparto de estampa y la tradicional bendición de las aguas que brotan del manantial, el reparto de 2.500 raciones de la paella gigante hizo las delicias de los romeros durante la hora de la comida. Como colofón a la jornada festiva, la procesión nocturna por las principales calles del casco histórico segorbino en honor a la Esperanza, puso el punto final a las celebraciones religiosas.