Entre las opiniones extremas -Bajaremos a Preferente y Solo faltó acierto- se abre un océano de matices que se llama fútbol, y que debería servir para explicar la derrota del Castellón ante el Novelda. Un gol de Mikel Uriarte, el hermano del exalbinegro Jon, tumbó a los locales en un partido espeso y enfermizo, un pequeño drama de andar por casa que tantas veces ha presenciado la Torre Maratón de Castalia. Al Novelda le salió la maniobra soñada por cualquier visitante: se encastilló en defensa, sobreactuó en la pérdida del tiempo, sacó a los albinegros de sus casillas, se libró de pagar por sus errores gracias a los fallos de los delanteros rivales y cobró el premio grande por su excelsa puntería en ataque.

El partido citó a dos estilos que sostienen la eterna búsqueda en Castalia. Cuando se tiene un entrenador barraquero se quiere combinación y toque, y cuando se quiere uno que apuesta por el toque se quiere resultado inmediato. En realidad se quiere ganar y salir de Tercera, pero no sé si eso es querer realmente algo.

El duelo de ayer nació envuelto por una membrana de tedio que nadie logró romper. El ritmo fue bajo y el calor fue alto. Aunque parezca mentira, el club local ayudó a generar la sensación de lentitud que buscó con descaro, desde el primer minuto, el Novelda. El Castellón estrenó Castalia sin recogepelotas, en uno de esos tiros en el pie tan suyos, por lo que cada saque de puerta o de banda acentuaba la pérdida de tiempo visitante y quebraba el anhelo de continuidad de los albinegros.

El Novelda se mostró encantado con el detalle: llegó dispuesto a alimentar la ansiedad del Castellón, con el extremo Calderón en plan maestro en la materia, y lo consiguió. Desde ahí y hasta el final, lo consiguió.

En el eléctronico que medio funcionaba, el 0-0 seguía inmóvil al descanso. No hubo réditos numéricos que reforzaran los intentos de los locales, que llevaron el peso del juego, acumulando llegadas estériles. Hubo mucho centro y, pese a juntar a Fonte y Yagüe en el área, escaso remate. Apenas dos reseñables. Uno en el minuto 13, cuando un error del central Luis García plantó a Rubén Fonte frente a Alberto: el disparo se marchó fuera, lamiendo el palo por la parte exterior. Otro en el 43, cuando expiraba el primer acto: Chema embocó a la red la rosca de Javi Zarzo, pero el asistente alzó el banderín señalando posición incorrecta.

También un fuera de juego había anulado la ocasión más clara del Novelda. Arturo, en el minuto 27, regaló una falta en un costado. El testarazo posterior de Toni Seone lo repelió el poste con suspense, pero daba igual, estaba anulado. En realidad, en el aire se suspendía el concepto a modo de valla publicitaria, así de mentira a medias, todo parecía dar más o menos igual (los problemas de Abraham en el uno contra uno con Javi Salero, la buena pinta de Borja té cosetes Gómez, y los viajes cancheros de Enrique, uno de esos que primero saluda y luego pregunta). Todo parece en Castalia y en septiembre, tal y como dicta la experiencia de los últimos años, lejísimos de lo decisivo.

Como fuere, y ajeno al diván orellut, el Novelda se marchó al vestuario y de vuelta, pese a la aparición milagrosa de los recogepelotas, siguió a lo suyo: salió tarde de vuelta al verde, con exagerada lentitud, forzando un teatral ejercicio colectivo de calentamiento. La grada se enervó. Antes había despedido al palco, donde se ausentó el presidente Cruz, con bronca. A los jugadores, separando granos y pajas, los seguía recibiendo con aplausos. Pero eso también cambió.

De Yagüe a Uriarte

Yagüe empezó la segunda mitad con enganchón con la grada. Llegó tarde a un balón, luego se resbaló, más tarde perdió una bola... Nada raro. Pero alguien tenía que pagar el pato y lo pagó Yagüe, al que se le ha recibido con cierta tirantez. Dos semanas atrás, en Onda, apenas se llevaban diez minutos de partido y alguien gritó, antes de un saque de banda: «Yagüe, eres muy malo». Luego Yagüe marcó un gol y dio otro, y del espontáneo del grito poco más se supo, pero el caso es que ayer, aún arrastrando la bronca, pasó lo peor que podía pasar. Era el minuto 51 y Zarzo iluminó con un pase la carrera larga de Chema, cuyo centro trastabillado cayó a Yagüe en el segundo palo. El balón giraba en efecto y no era ni fácil ni difícil, pero a Yagüe se le presentaron todos los fantasmas. Pifió un intento de pase y pifió un intento de remate, en apenas un segundo.

Ahí se acabó Yagüe, porque Frank Castelló movió piezas, lo sentó y modificó el esquema, del 4-4-2 inicial al 4-3-3 de libro. Como en Onda, el equipo fluyó mejor. Borja Gómez se acercó al área, y desde ahí aseó un pase interior a Rubén Fonte. Pero a Fonte entonces le falló el control, y otra vez se escuchó el runrún de la grada.

Burlón, el fútbol le dio un nuevo giro a la tuerca. Yagüe y Fonte deberían saber que no es algo personal. Si falta gol nadie sufre tanto como un delantero. Ocurre en cualquier lado, y Castalia es también cualquier lado. Jon Uriarte, célebre por sus icónicos fallos en la promoción de 2015, debió contárselo a su hermano Mikel, que juega en el Novelda. El curso pasado ya marcó al Castellón, y este repitió saliendo desde el banquillo. En el minuto 71 se adelantó a toda la zaga para embocar un centro a quemarropa.

Zarpazo de Mikel, venganza Uriarte.

A partir del 0-1, Castellón y Novelda exageraron sus roles. El Castellón dominó, abrió el campo, acumuló faltas laterales y murió una y otra vez en el casi. Zarzo se fabricó la mejor desde la frontal, pero Alberto desvió a córner. Pino relevó a Fonte arriba y se le fueron los dos únicos remates. El Novelda se frotó las manos y se puso en faena: tanganas, cambios, defensa y más defensa, y amarillas que compensan una victoria. Malcarado y conquistador, se marchó con tres puntos, y dejó al Castellón temblando.