Existen diferentes factores que pueden influir en el desarrollo de alteraciones de la función reproductiva humana, desde factores físicos (complicaciones ováricas, endometriosis, causas testiculares, síndromes y mutaciones genéticas,...), hasta factores psicológicos (estrés, ansiedad, depresión), pasando por factores derivados de nuestra forma de vivir y relacionarnos con el ambiente, pero no somos realmente conscientes de lo importante que son los buenos hábitos hasta que no viene alguna maldita dolencia a recordárnoslo.

La relación que se tiene con la comida es muy importante. Sufrir tanto obesidad como extrema delgadez dificulta la concepción en procesos naturales. Es por ello que antes de los tratamientos de reproducción asistida se trabaje para conseguir un Índice de Masa Corporal (IMC) óptimo, evitando alteraciones hormonales.

El consumo de tabaco no produce ningún tipo de beneficio al organismo y se considera un factor muy influyente en los casos de infertilidad, puesto que puede llegar a reducir a la mitad las posibilidades de gestación, afectando por igual al desarrollo hormonal masculino y femenino.

El alcohol tampoco ayuda en nada a la hora de crear vida y diferentes estudios han demostrado sus efectos dañinos sobre las hormonas que desarrollan tanto los óvulos como los espermatozoides. También influyen negativamente sobre la fertilidad humana la gran cantidad de tóxicos que nos rodean y consumimos diariamente.

La edad es otro factor importante a la hora de concebir, puesto que a partir de los 30 años comienzan a reducirse las probabilidades de gestación.

Otro de los factores a destacar es el nivel de estrés al que nos vemos sometidos. El estrés y la ansiedad pueden afectar biológicamente las funciones de las gónadas, llegando a reducir la ovulación hasta un 20%. Estos factores no solo pueden empeorar la situación, sino que también pueden generarse o exacerbarse por la propia infertilidad, convirtiéndose en la pescadilla que se muerde la cola. 1 de cada 3 mujeres en tratamiento de reproducción asistida padecen depresión o ansiedad y, aunque solo el 5% de los problemas de fertilidad de una pareja están relacionados con el estrés y la ansiedad por lograr un embarazo, pueden hacer que se abandone el tratamiento tras los primeros intentos fallidos. No existen evidencias científicas con respecto a este hecho, pero gran cantidad de profesionales observamos y admitimos este hecho.

De ahí que muchas parejas alcancen un embarazo natural tras conseguir un hijo con ayuda profesional o adoptando, puesto que su estado es mucho más relajado y funcional.

Algunos consejos para reducir estas debilidades son: alimentación saludable; ejercicio físico regular;eliminación de hábitos tóxicos; si por circunstancias laborales o personales se desea retrasar el ser padres, existe la posibilidad de la vitrificación de óvulos; informarse correctamente sobre los diferentes tratamientos de reproducción asistida; trabajar en equipo con la pareja; los amigos y familiares pueden facilitar el proceso mediante el apoyo incondicional.

La mayoría de las personas no están preparadas para manejar los cambios cognitivos y emocionales que producen los tratamientos de reproducción asistida. Los médicos, a pesar de su asertividad y afectividad, no disponen de la formación y preparación para hacer frente a esa dolencia emocional. Es entonces cuando el acompañamiento psicológico se hace necesario.

La terapia en reproducción asistida requiere celeridad asociada al tratamiento, minimizando los efectos de la incertidumbre e incidiendo en proble