Me genera pocas dudas este Villarreal de momento. Y las que se me puedan presentar (que haberlas las hay, si bien más en asuntos puntuales, referidos a este o aquel jugador, que al equipo en si como globalidad) las disipa la muchachada de amarillo cuando comienza a rodar la pelota en El Madrigal. Pero insisto y reitero aquello de «de momento», pese a que las sensaciones son especialmente buenas.

Quizás no sea más que la paranoia personal de cada cual, o la experiencia que los años van cargando a la chepa de servidor y que frena cualquier atisbo de exaltación antes de que tiempo ejerza de juez definitivo, pero me cuesta cada vez más aplicar aquello del "collige virgo rosas". Pero, con ser mas que bueno extraordinario lo que cada semana se nos presenta en el Madrigal como menú, sigo pensando que la prueba del algodón está por llegar. Y espero que, cuando esta proceda en forma de mala racha, que llegará tarde o temprano, las riendas se tomen firmes y no se nos vaya el carro por el pedregal.

Ahora que hablamos de batir registros de puntos a estas alturas de temporada, de clasificación tras x partidos disputados o de números defensivos que sitúan al Villarreal a la altura de los mejores de Europa, seré el primero en admitir que nunca pensé que el equipo se hallaría en esta situación transcurridos dos meses de competición. Y nunca es nunca, que significa lo que significa por más que en el PSOE en los últimos tiempos se hayan empeñado en que signifique lo contrario. Y como reconocimiento de que, por más que pueda discrepar o criticar en pleno ejercicio de mi la libertad (como hago y haré siempre que lo considero oportuno y a quien le pique que se rasque), ellos, los Roig, Llaneza & CIA saben mucho más que yo y que la gran mayoría de cómo funciona esto del fútbol y de las teclas que pulsar en el momento adecuado.Y puestos en confesiones reconoceré que algún duro si daba por Escribá, basándome más en sus precedentes con el Elche que con el Getafe, y en los informes que de él me daba el mejor comentarista de Onda Cero, Gica Craioveanu. Pero nunca para igualar, y posiblemente ni acercarse, a los registros alanzados en su día por Marcelino. Por suerte, al menos de momento, me equivoqué. Y que dure, al menos en esto. Que si honesto es reconocer errores, mejor es no abusar en exceso de ellos.

El Villarreal a día de hoy juega mejor que lo hacia el de la pasada temporada y los resultados incluso ya lo mejoran. Ataca con más soltura y transmite más alegría que sufrimiento. Pero no caeré tan bajo como para alabar todo lo actual criticando a quien ya no está. Los resultados de Marcelino merecen un monumento que, como ya habrán advertido, será más simbólico que material. Y si bien hoy estamos de enhorabuena, la Liga no acaba ni en diez ni en once jornadas. Para mejorar lo pasado les queda más de medio año por delante , con tres competiciones en liza, siendo capaces de mantener su actual nivel. Con Marcelino, con su estilo y a su manera, nadie bajó la guardia. Pese a que no hiciera amigos en el vestuario ni fuera de él. Y en los momentos malos que los hubo, nunca se le escaparon las riendas del carro. Aunque en el camino los caballos se llevaran algún latigazo. Pero llegaron. Y ojalá que sin tener que llegar a tales extremos, (en los que, por cierto, no se mató a nadie que yo sepa) ni a jugar con futbolistas con el brazo a rastras, ni a repetir casos tan dolorosos como el de Cani, se pueda igualar cuando no superar. Hasta que lo vea, me permitirán el beneficio de la duda.