El pintor Amat Bellés ultimaba en su estudio de la Pobla Tornesa el mural de 9 metros que realizó para el vestíbulo del nuevo edificio del Conservatorio de Castelló y que iba a comenzar a instalarse solo unos días después. Se trataba, según se explicaba en el artículo de «una obra de gran envergadura en la que ha querido expresar su concepto de la música por medio de dos lenguajes opuestos, pero muy representativos de su carácter pictórico y que convienen especialmente al simbolismo del panel: por una parte la extremada figuración que preside el centro de la obra, de otra la abstracción como una alegoría a la espiritualidad del sonido».