Querido don Fernando: He conocido de su disgusto por el trato recibido hacia su club por parte de los medios de comunicación públicos y los periodistas a su servicio. Si algo resulta extraño es la tardanza por su parte en hacer pública su queja, no solo por lo que hace al respeto debido, sino incluso al fraude que supone negar a sus lectores/espectadores/radioyentes aquellas informaciones que pueden ser de interés general pues que el Villarreal que usted preside es en principio uno más en Primera, en cuya clasificación es ahora mismo tercero. La sensación que nos queda, incluso a los que solo pertenecemos a la pequeña masa social que le da soporte, es la de que así los medios nacionales como los privados soportan la presencia del Villarreal en Primera como un mal necesario.

Como en un principio la llegada del club a Primera fue saludada como pura anécdota, en realidad les importa un pito que gane o que pierda, que obtenga el derecho a jugar la previa de la Champions, que dispute la Europa League o que desaparezca engullido por algún multimillonario alielígeno. No obstante, señor presidente, alguna explicación sí hay. La primera tiene que ver con que los madrileños, periodistas o no, propietarios de algún medio de difusión, o no, confunden Madrid, con España, salvo para que con el dinero de nuestros impuestos vivan, tan ricamente, ellos, sus negocios.

La segunda razón hay que buscarla en que por cada ejemplar de Marca o de As que se vende en la provincia de Castelló se distribuyen cientos de miles en la villa y corte. De modo que el negocio está donde está y no hay más cera que la que arde. No nos olvidan, sin embargo, cuando de pronto cae un plátano por las cercanías de un jugador visitante, lo que está muy feo y además resuelto; cuando algún descerebrado larga una bengala sobre el terreno de juego, en pleno partido o cuando un profesional vinculado al equipo hace alguna declaración improcedente, que se resuelve con el despido correspondiente. En esos casos, sí, los incidentes son publicados.

En el fondo, y ante los éxitos del submarino, se les ha instalado en el subconsciente alguna manera de admiración que no reconocerán jamás. Otros equipos pertenecientes a la misma categoría persisten en ella por las aportaciones dinerarias de multimillonarios de países más o menos ignotos que, de pronto, descubren al fútbol español como vehículos propicios para supuestamente hacer negocios blancos o negros. El Villarreal, que se sepa, es una SAD, pulcramente administrada que, además de mantener el primer equipo en Primera dispone de otros dos equipos en divisiones inferiores donde se fraguan futbolistas para el primer equipo y en su defecto, y después de formados profesionalmente, pasan a engrosar las plantillas de otros equipos profesionales.

Para que nada falte, su club, señor presidente, patrocina otros clubes deportivos, lo que resulta ser una excepción entre los clubes españoles. Son muchos los activos de ese club, el suyo, de los que los periódicos, radios y televisiones públicas y privadas no se enteran y lo que es peor, lo hacen premeditadamente. No debe preocuparse porque somos muchos los que conocemos y valoramos su actitud, decididamente deportiva, entendida la deportividad como una virtud intrínseca en usted y su familia Es cierto que los profesionales de Madrid y los medios donde trabajan tienen ante el Villarreal una actitud miserable, pero usted ya sabe que la condición humana, en ocasiones, destaca por su incuestionable mediocridad.