La villa romana del Camí Villamargo de Castelló recibirá en los próximos meses un lavado de cara y una mínima atención, proyecto valorado en unos 150.000 euros con cargo al ayuntamiento, tras años de absoluto abandono desde la aparición de los primeros restos a mediados de junio de 2009. La capital de la Plana, que no es una ciudad precisamente rica en vestigios del pasado, recibió hace siete años la noticia de la aparición de unos restos considerados como «uno de los yacimientos arqueológicos romanos más importantes de la provincia de Castelló». Así los definieron al menos Joaquín Alfonso y Ana Miguélez, arqueólogos directores de unas excavaciones que empezaron con motivo del desvío y cubrición del barranco de Fraga y que concluyeron en diciembre de 2010.

Desde entonces, la zona sólo ha recibido dos intervenciones de urgencia, consistentes en el vallado del recinto y en la consolidación de unos muros. El recinto, de unos 3.500 metros cuadrados, no cuenta con ninguna protección en superficie, lo que provoca que durante estos años esté sufriendo las inclemencias del tiempo, marcadas especialmente por las lluvias, en ocasiones torrenciales, sufridas en la zona, y los diferentes episodios de sequía, «lo que hace que vaya empeorando su estado constructivo», en especial con el derrumbe de algunos de sus muros», según recoge la memoria de actuación.

Sin plan director

Considerado un espacio emblemático a nivel arqueológico, histórico y social de la capital de la Plana, resulta llamativo que los restos de esta villa romana ni siquiera cuenten con un plan director ni otros elementos normativos que concreten su consolidación o las líneas de actuación «para conservarla con un mínimo de rigor histórico y constructivo», señala la memoria. Aunque son muchos los pasos que, a juicio del ayuntamiento, deben ejecutarse, en este primer paso se pretenden consolidar las estructuras, con especial atención a los muros, así como evitar daños por el crecimiento incontrolado de vegetación.

La villa romana del Camí Villamargo -descrito por los arqueólogos como Camí Vinamargo- es un yacimiento con ocupaciones datadas en los siglos II y el VI dC, aunque también se localizaron restos de una ocupación anterior del terreno, con materiales ibéricos y romanos republicanos (s.III aC». Según Joaquín Alfonso y Ana Miguélez, se documentaron gran parte de los típicos espacios que integraban una villa romana, «con la pars urbana original, modificada posteriormente como pars rustica, junto con el resto de estancias, también de carácter rústico, con diversos almacenes, establos y habitaciones del servicio y de esclavos».