El histórico Vinarós, que llegó a jugar en Segunda B, atraviesa uno de sus peores momentos de su larga historia. Colista del grupo I de Primera Regional, acumula 676 días sin ganar un partido. El club apostó hace año y medio por saldar sus deudas y apostar por la gente joven de la casa, sabiendo que podría ocurrir esto. Todo se remonta a los tres primeros meses de la campaña 2014-15 donde se quiso tirar la casa por la ventana con un proyecto muy caro y que sólo duró tres meses. Luego llegaron los problemas económicos, las denuncias, la desbandada de futbolistas y el descenso.