Estoy confundido, no sé si creer que este equipo es lo que parece o que todo responde a una nueva burbuja, como la del ladrillo, que parecía pretender hacernos ricos a todos y acabó «Com el ball de Torrent». La lógica de las cosas justifica debidamente la trayectoria del Barça, todo y que Guardiola siga utilizando para el primer equipo a futbolistas salidos de La Masía, con el añadido de unos cuantos profesionales de aquí y allá con la vitola de extraordinarios.

Paralelamente, el Real Madrid le sigue los pasos, bien arrebujaditos los dos, este gracias a la inyección en vena de millones de euros en las cuentas corrientes de futbolistas y entrenadores foráneos. Todo y que se trate de dos estilos diferentes de ser diferente, se entiende su trayectoria triunfal, así en lo doméstico como en lo foráneo.

Lo extraordinario es que bien cerca de sus números están los del submarino, cuyo presupuesto total es aproximadamente la mitad de lo que le costó al Real Madrid su gran figura, que lo es. Entre los aficionados que dan soporte al equipo amarillo hay dos tendencias, los que esperan que el equipo gane a todo Cristo y los que se pasan la vida de los domingos restregándose los ojos para convencerse de que no están soñando. Y hasta ahí puedo leer.