Las fiestas de la Magdalena se definen a sí mismas como fundacionales debido a que celebran el cambio de ubicación de la ciudad desde el castillo a la Plana. Al mismo tiempo, muestran los distintos elementos que han ido conformando las múltiples identidades castellonenses.

Construidas desde los años 40, para dar homogeneidad a las fiestas ciertos elementos han ido incorporándose con el paso del tiempo y, a día de hoy, se han convertido en imprescindibles. Entre ellos, se encuentra la visita al Fadrí, organizada por la colla el Pixaví desde 1989 y que ya es todo un clásico del lunes de Magdalena. Porque, además, esta visita al Fadrí reúne los elementos fundacionales que son el leit motiv de la Magdalena.

Si se trata de retornar a los orígenes y resaltar lo los elementos que determinan Castelló, el Fadrí es uno de los más destacados. Construido entre los siglos XV y XVI, fue en el siglo XX cuando se consolidó la denominación como Fadrí gracias al escritor Miquel Peris y Segarra, ya que en su origen era tan solo la Torre Campanar.

Un año más, la visita al Fadrí reunió a un numeroso grupo de curiosos, castellonenses y visitantes, que recorrieron el interior del campanario de la mano de los integrantes de la Colla el Pixaví y se familiarizaron con este emblema de Castelló.

A la visita de este año se ha añadido la discusión sobre la propuesta del arquitecto Jorge Guallar de remodelar el entorno para destacar al Fadrí como edificio único. La iniciativa propone derribar la casa Abadía para visibilizar la singularidad del Fadrí.

Precisamente, la cola de visitantes envolvía la propia casa Abadía y entre ellos, la opinión mayoritaria considera como buena la propuesta, pero ante las dificultades que presenta se opta por descartarla.

«Es una buena opción, se mejoraría la plaza pero creo que hay otras prioridades que atender», nos explican unos visitantes recién terminada la visita.

Entre los miembros de la Colla el Pixaví, la opinión es similar. «Sin duda se le daría visibilidad, pero a día de hoy, arquitectónicamente ya se mantiene su singularidad, por lo que yo no la aprobaría», aseguran los organizadores de la visita, que, un año más, consiguió reunir a unas 600 personas entorno al símbolo de Castelló.