«¿Y si montamos un equipo de rugby?». Esta misma pregunta venían haciéndosela dos amigos de la Vall d'Uixó desde hace años, hasta que en noviembre de 2016 dejaron de preguntárselo y se pusieron manos a la obra logrando que pocos meses después unas 40 personas se hayan sumado al proyecto, y ya se planteen poder inscribirse en la Tercera División Territorial Valenciana. Ellos son Rugby Club la Vall d'Uixó y como todo lo que nace con ilusión, ha revolucionado el panorama deportivo local.

Una vez a la semana la pista de atletismo de la ciudad se transforma en un campo de rugby, aunque todavía sin palos. Según les han confirmado esta semana podrán subsanar esta deficiencia que aunque importante, no ha sido en ningún momento un impedimento para que los integrantes del club hayan empezado a familiarizarse con un deporte «que no es lo que aparenta», según defiende uno de sus fundadores, Jordi Julià.

Para comprender cualquier deporte hacen falta ganas, y de eso sobra en los jugadores que desde noviembre lo vienen practicando en la Vall, a los que han ido sumándose adeptos poco a poco, aprovechando que esta es una especialidad con un amplio abanico morfológico, los rápidos, los habilidosos, los fuertes y los estrategas, todos tienen su lugar.

A la hora de consolidar el club ha sido fundamental la colaboración de Juan Rastrilla, que llegó a la ciudad de la mano de la Federación Valenciana de Rugby, a quienes «les gustó mucho nuestra iniciativa y nos han apoyado desde el principio». Rastrilla está jubilado, pero tiene una amplia experiencia en este deporte que le convierte en un referente muy valorado por los aspirantes a jugadores del Rugby La Vall, ya que «el 85 % hemos empezado de cero».

Una gran respuesta

Las ganas son una enfermedad contagiosa. Lo que empezó como una especie de porfía con un entrenamiento semanal, pronto se ampliará a dos «porque el volumen de gente que se ha sumado ya es grande, pero además porque un día se nos queda corto. Literalmente nos tienen que tirar de la pista cada miércoles apagándonos las luces».

Una vez uno interioriza las reglas y las técnicas fundamentales, no tarda en picar el gusanillo de la competición. Es por ello que en los dos últimos entrenamientos ya se han creado dos equipos, uno con la gente que lleva entrenando desde noviembre y otro con los más nuevos, que agilizan su formación de la mano de Rastri. El resto están dirigidos por Patri Senent, «un vallero que ha estado jugando toda la vida en Madrid o en Gandía, entre otros equipos. Es medio melé, que en rugby es como un entrenador dentro del campo».

Y con ese entusiasmo recién estrenado, ya están trabajando en la organización de un Torneo Provincial que tendrá lugar el próximo 29 de abril. «Es posible que debutemos en una competición ese día, al menos eso es lo que queremos», asegura Julià.

Aprovechando el impulso inicial, los proyectos se acumulan. En Semana Santa algunos de los jugadores acudirán a cursos de formación para entrenadores base, porque ya hay niños interesados en practicar este deporte. También se pretende montar un equipo femenino. Por el momento «ya hay unas siete chicas. Nos gustaría llegar hasta doce para crear un equipo de la modalidad Seven».

Y en ese camino siguen avanzando. Lo que nació como un reto que vagaba por el limbo de los proyectos por cumplir de dos amigos, Juanma García y Jordi Julià, hoy ya es un club dispuesto a medir sus fuerzas con equipos ya consolidados. Hasta dónde llegarán solo el tiempo lo dirá, la ilusión, por el momento, no les impone ningún límite.