Adrián García, enfermero de 28 años, se marchó a Alemania para labrarse un futuro profesional, ante la falta de oportunidades en nuestro país. Era el año 2011 cuando su pareja y él decidieron hacer las maletas y probar suerte en un país en el que, todavía hoy, aprovechan la crisis económica para captar enfermeros españoles, una profesión que carece de prestigio profesional en el territorio germano. No obstante, su experiencia no fue especialmente buena y asegura que, pese a su preparación, se dedicó, principalmente, a lavar y dar de comer a los pacientes. «No tuve la oportunidad de poner en práctica los conocimientos sanitarios adquiridos», lamenta. Actualmente está haciendo el EIR (Enfermero Interno Residente) en el Hospital General de Castelló.

La Universitat Jaume I (UJI) de Castelló acogió ayer una charla de Felipe Negrillo, de Welcome Centre, un centro de gestión de empleos en Alemania, en el marco de las III Jornadas de orientación profesional e inserción laboral del Grado de Enfermería, enfocada a estudiantes. La cita, organizada por la Oficina d'Inserció Professional i Estades en Pràctiques de la universidad, se centró en ofrecer los trámites, requisitos y contar experiencias a los alumnos de último curso.

Adrián considera que es muy importante informarse bien antes de irse a otro país para después no encontrarse «sorpresas» y recuerda que el motivo por el que se requieren tantos enfermos en el país germano es porque allí es una profesión muy poco reconocida y nadie quiere estudiarla.

Para Adrián, la experiencia fue decepcionante. El joven relata que las competencias de un enfermero en Alemania corresponde a las tareas que desarrolla un auxiliar en España. «Allí te dedicas al lavado, aseo y alimentación de los enfermos, en el caso que no lo puedan hacer por ellos mismos. En cambio, no puedes poner en práctica competencias de enfermería más avanzada como extracciones de sangre o catéter, por ejemplo, que son asumida por los médicos», narra el enfermero.

Adrián añade que «el hecho de tener que realizar funciones que no se corresponden con lo que has estudiado y que no son para las que te has preparado es un poco frustrante porque sabes que puedes hacer más».

Inestabilidad

A esta situación se añade el hecho de que los sueldos no son tan boyantes como le hicieron creer. «Me dijeron que cobraría tres mil euros al mes pero son brutos y el 50 por ciento son para impuestos. Con ese sueldo y el nivel de vida de Berlín se vive muy justo», asegura. La situación laboral de Adrián era también algo inestable. A través de una empresa de contratación, cubría bajas y sustituciones en diferentes hospitales, lo que le impidió cierta estabilidad. «Siempre estaba cambiando de entorno, de ciudad, de compañeros, de directrices, pautas... Siempre era el nuevo», señala. Todo ello hizo que optara por buscar un puesto que se adecuara más a su formación que, en el caso del sistema sanitario alemán, correspondería a los servicios de urgencias y UCI.

Ello coincidió con que se puso a estudiar para hacer la residencia y aprobó. Aprobó la especialidad el año pasado y en mayo de 2016 empezó su residencia en el Hospital General de Castelló donde asegura que está aprendiendo y disfrutando de su profesión. «Ahora estoy aprendiendo el funcionamiento de nuestro sistema sanitario y retomando el trabajo para el que realmente he estudiado. Ahora siento que los cinco años que estuve en Alemania han sido cinco años perdidos», afirma el enfermero.

Pese a todo, el joven dice que sí recomendaría la experiencia pero «teniendo toda la información» porque «no sabes lo que vas a encontrar». «A mi dijeron que iba a cobrar tres mil euros al mes pero no me dijeron que el 50 por ciento era impuestos. Me contrataron para ejercer como enfermero pero nadie me dijo que allí es como un auxiliar. Se tiene que dar una información verídica de la situación en Alemania», sentencia. Es por ello que, si fuera ahora, el joven optaría por otros países como el Reino Unido donde las competencias son más parecidas.