El calado social del fútbol es uno de los aspectos, entre otros muchos, por los que este deporte está imbricado en la sociedad como un elemento aglutinador de primer orden. En este sentido, se puede identificar a un seguidor albinegro entre la muchedumbre cuando al mentar el nombre de Tonín,éste responde: Antonio Navarro Manzanares. Esta semejanza de contraseña en clave esconde la admiración y el impacto que el protagonista de estas letras ha tenido en su ciudad gracias al CD Castellón.

Antonio Navarro Manzanares, ´Tonín´ se mudó poco después de nacer a la calle Cronista Rocafort con su familia, procedente de Almassora. En este entorno, de casas bajas con patios y calles sin asfaltar, empezó a destacar con la pelota esquivando los algarrobos que se interponían en el campo de fútbol oficial del barrio.

Habíamos empezado la charla con tono futbolístico en el Café Albinegre, santo y seña de los aficionados del CD Castelló, pero es al pasear por Cronista Rocafort cuando se activa el mecanismo de los recuerdos personales.

Mientras conversábamos sobre fútbol, Tonín recordaba las paredes del convento de monjas donde golpeaban la pelota, el campo de ´Les Romigueres´, que sepultó la cobertura del Rio Seco, y los partidillos del recreo en el actual colegio Castalia.

De camino a su barrio, sin embargo, señala, indica y recuerda rincones que conectan con su infancia en la Guinea. Tonín añora la piscina, la única de la ciudad en aquella época, y el albergue de juventudes contiguo a Castalia, el pozo de más de 30 metros en el otro lado del río al que sólo los más valientes bajaban a por las pelotas extraviadas colgados de una soga, la nave de Maderas Farnós o la empresa de ultramarinos «que fiaba a toda la calle».

Así mismo, se reencuentra con su antiguo vecino, Paco Peña, el menor de cinco hermanos que sigue viviendo en la misma casa contigua a la de la familia de Tonín. Lo mismo ocurre con ´Ochando´, cuyo hijo regenta el taller que fundó su padre y que está situado dos casas más allá.

Sea como fuere, por los algarrobos o por las paredes del convento, al final siempre estaba Castalia, el gran sueño y dónde se colaban en pretemporada con la aquiescencia del hijo de un bedel para ver el fútbol. Es más, Tonín corría para poder ser recogepelotas con el único sueño de pegarle al balón tan fuerte como pudiera cuando le llegara, ante las quejas del portero albinegro.

En este capítulo, tras pasar por diversos equipos locales, Tonín debuta en Regional Preferente con el CD Piel, equipo de la Vall d´Uixó y que al final se convertiría en la UDE.

Poco disfrutarían en la Plana Baixa de este extremo habilidoso con el siete a la espalda, ya que volvió al CD Castelló para debutar ante el Racing de Santander y marcar el gol de la victoria con el el 2-1 tras el tanto de Echarri, digamos que de un modo poco ortodoxo.

Desde ahí, el relato ya conocido de la mejor etapa del club albinegro, con el ascenso a Primera del 1972, la final de Copa del 1973 y el siguiente ascenso de 1981, que Tonín ya no vive porque con 31 años regresa a la UDE Vall d´Uixó para vivir sus dos últimas temporadas como profesional.

La familia de Tonín se mudó de la calle Cronista Rocafort a la zona del estadio cuando éste tenía 10 años, pero no sería hasta los 26 en los que se casó que dejó de manera definitiva La Guinea.

No obstante, en el ocaso de su carera deportiva dos circunstancias expandieron la importancia de Antonio Navarro a otros barrios. En 1980 se inauguró la tienda de artículos Deportes Tonín en la Ronda Mijares, que con el tiempo se convertiría en un icono de la ciudad con la vida paralela y fortuita que tuvo su alter ego; n este caso, el CD Tonín. A punto de cumplir los 40 años, este club de formación es uno de los más veteranos de la ciudad y por su escuela han pasado infinidad de personas que han aprendido algo más que jugar a fútbol, aunque algunos lo hicieran muy bien como Mendieta o Álex Felip.

Tonín supervisa hoy en día el funcionamiento del club tras jubilarse hace tres años, pero ya anticipa un final de ciclo. Al igual que cuando fue futbolista o entrenador, siempre ha sabido cerrar las etapas, con los pies en el suelo, y es que asegura que la vida discurre por ciclos de 10 años.