En los últimos días del mercado estival de 2014, al Reus Deportiu le ofrecieron a Rúben Afonso Borges Semedo (Amadora, Portugal, 4-4-1994). Sergi Parés, el director deportivo del club catalán, tardó poco en aceptar la cesión del joven futbolista, que debe buena parte de su éxito profesional a la temporada que pasó en el grupo III de la Segunda División B. Semedo, que hoy pasará el reconomiento médico con el Villarreal, aprovechó esa campaña para cumplir con los objetivos que le había marcado el Sporting de Lisboa: pulir sus grandes condiciones físicas y técnicas, aprender conceptos tácticos y, sobre todo, suavizar su «fuerte carácter».

Casi tres años después de aquel ofrecimiento, el Reus está en Segunda División y Parés sigue siendo su director deportivo. A Semedo no le ha ido mal: se ha afianzado en el club lisboeta y el Villarreal pagará 14 millones por él, apuesta para la zaga. «Enseguida, con un par de vídeos, vi que era un jugador espectacular. Era un chico con un gran potencial», desgrana Parés, «de un alto nivel técnico, con personalidad para sacar el balón, y muy poderoso en el juego aéreo». El perfil de futbolista que difícilmente se pone a tiro en la división de bronce, en un club así. Escondía truco.

Pronto vio también Parés que el ofrecimiento conllevaba «un riesgo». «Primero porque fuera de casa, en Segunda B, iríamos a muchos campos pequeños e incómodos, que exigen un fútbol al que se tendría que adaptar», y segundo porque Semedo abandonaba Portugal para cambiar de aires en lo personal. «Venía de un entorno complicado y estar aquí le vino muy bien. Somos un club familiar con una rutina muy tranquila, sin presión, ideal para crecer», explica desde Reus. Algo similar, en otra escala, a lo que le espera en el Villarreal. «Desde la humildad siempre decimos que es nuestro modelo», admite Parés. «Aquí maduró mucho, dentro y fuera del campo. Se ordenó. Apreciamos un cambio muy grande en el segundo semestre del curso. Los empleados guardan muy buen recuerdo suyo, era un chico que se hacía querer. Por circunstancias de la vida tenía un carácter muy fuerte, pero en el fondo es noble. Si alguna vez se equivocó, con el entrenador o con quien fuera, enseguida llegó la disculpa».

Ex compañero

Semedo en Reus «adquiró hábitos de futbolista». Le costó entrar en el equipo (jugó 16 partidos, 13 como titular), algo que no terminaba de entender. «A veces decía, pero si soy el mejor, ¿por qué no juego?», comenta Parés, «pero Natxo (González), nuestro entrenador, era muy exigente con él, es un técnico muy serio, y había defensas veteranos por delante en el equipo. Aprendió a aceptar ese tipo de cosas».

El Reus supo definitivamente que custodiaba una joya a medio pulir «en un partido en el campo del Huracán, muy difícil, contrario a sus virtudes, en el que mostró una superioridad tremenda. Nos dejó asombrados». Ese fue el segundo partido de Semedo con el Reus. El primero como titular.

En ese fútbol currante de Segunda B, Semedo coincidió con el valenciano Jorge Giménez, un trotamundos de la categoría. «En el vestuario era un tío simpático», recuerda Giménez, «era muy joven pero se veía que si se lo proponía iba a llegar lejos. Tenía unas condiciones extraordinarias que debía esculpir, pero la base ya estaba». Giménez destaca dos aspectos: «de cabeza es muy contundente en las dos áreas, y tenía mucha personalidad para sacar el balón jugado, se reponía enseguida frente al fallo».

«Lo raro no es que ahora lo fiche el Villarreal», resume Giménez, «a mí lo raro me parecía entonces que estuviera en Segunda B con nosotros». «Creo que venía de un entorno un poco desordenado, y el año en Reus le vino muy bien. No me sorprende la carrera que está teniendo y la que se ve que en el futuro va a tener».

Tras la temporada en el Reus, Semedo regresó al Sporting de Lisboa, donde se afianzó en el once tras una nueva cesión en Setúbal. De origen caboverdiano, el tallo de 1,89 metros que se enderezó en Reus, se forjó en las inferiores del fútbol portugués. Con 23 años, da el salto al submarino.