Tampoco debiera sorprender a estas alturas de mi currículo que siga exigiendo a Jordi Bruixola y cía lo mismo que a los chinos, los americanos, David Cruz, Isidoro Gasque (en tanto que presidente con Jesús Jiménez) y, sucesivamente, en orden inverso a su mandato, a todos cuantos han lucido palmito o lo han pretendido durante los años de la ignominia albinegra. A fin de cuentas es lo mismo que hace la Agencia Tributaria, con fecha de caducidad añadida: o pagamos 1,3 millones a tocateja y cumplimos el convenio a rajatabla o nos cierran la paraeta.

Eso sí, yo no amenazo como Montoro, simplemente aviso, y ni me gusta nadar contra corriente ni me acostumbro a sufrir en silencio que se cuestione mi albinegrismo, concepto harto esotérico, las más de las veces por quienes, después de tantos años de secuestro, se resisten a reconocer que la realidad mercantil del CD Castellón sigue siendo idéntica a hace unos meses, con una necesidad de tesorería alarmante.

Y lo escribo con ganas locas de renovar mi carnet de abonado y el de mis sobrinas María y Ester, para que nadie diga que no inyectamos gasolina para que este ave Fénix alce el vuelo. Porque a fin de cuentas, la base de este proyecto es la retirada masiva de abonos y el apoyo de las grandes empresas locales con lonas de publicidad gigantes en la fachada del estadio, aunque de momento parecen refractarias al modelo de gestión presentado. Las aportaciones personales de Montesinos, Dealbert y Hernández colegimos que se han destinado al pago de la deuda con los jugadores, que no es poco, mientras el resto, Bruixola, Mascarell y Heredia se supone que aportan su trabajo y acabarán cobrando.

Fiarlo todo a dichos ingresos no deja de parecer pan para hoy y hambre para mañana. Una patada hacia adelante en espera de tiempos mejores, probablemente al rebufo del éxito deportivo, muy a lo Cruz. Y, mientras tanto, se apelará a nuestra confianza a macha y martillo, porque en puridad la titularidad de las acciones no ha cambiado y Osuna mantiene su demanda contra Cruz por idéntico motivo, derecho que el grupo inversor americano anunció en su día que había adquirido, aunque no se haya hecho público el documento, en un ardid, el de la confidencialidad, que Bruixola ha repetido para su precipitado acceso al club. Un lío, oiga, que favorece esa maldita táctica de que quien no apoye esa manera de deshacer el ovillo no es del Castellón.

En ese fango parecen sentirse cómodos unos y otros, porque la solución nadie la acomete y es tan sencilla como demoledora. La que ya le exigíamos a Cruz y no entiendo por qué ahora no hay que reiterarla. Digo de la reducción de capital a cero que borre del mapa toda sombra de sospecha sobre las acciones, y la ampliación en cuatro millones y un pico largo que legitime al nuevo equipo gestor y evite la disolución. Todo lo demás son milongas, por mucho que ahora la moda dicte, cual canción del verano pegadiza y repetitiva, que hay que darles una oportunidad. Hacienda ya ha contestado que no le gusta esa música y no hay moratoria que valga.

Los abonos. La plaça Major vestida de blanco y negro para la ocasión no es una patente de corso, si no una obligación. Pero la populista presentación de la campaña de abonos refrendó ayer lo que ya escribimos hace un par de columnas. La necesidad de dinero es tal, que se han sacado de la manga un carnet de cinco años, sea cual fuere la categoría que militemos en el futuro, dice la propaganda, omitiendo arteramente el riesgo de desaparición antes. Los precios están en la línea del ejercicio pasado, en que todo el mundo acusó a Cruz de ávaro. Hoy todos aplauden, tanto que se les olvidó que allí estaban políticos de todo signo y condición que han alimentado nuestra miseria.

Yo hubiera preferido que regalaran el abono a quien participara de la ampliación de capital e incentivar así la solución, que no el parche. Pero nadie quiere mentar la soga en casa de este ahorcado. Es verano, luce el sol y toca cantar. A mí, la primera canción insulsa y ñoña que me viene a la cabeza es La vida sigue igual, aunque el glamour siempre venda más y mejor.