Pasados dos años de las elecciones municipales que cambiaron el panorama político tradicional, todo el mundo hace balance. Pero más allá de los comentarios interesados de políticos y sus medios de comunicación, la realidad es que la gente normal de la calle y su preocupación por todo aquello que envuelve lo público ha despertado hasta el punto de tomar partido de manera desinteresada en cuestiones que antes pasaban desapercibidas. El compromiso de la gente en iniciativas colectivas y seguimiento de la actualidad local permite adivinar un cambio cultural en el compromiso por lo público.

Una mayor participación de los ciudadanos en el día a día de las instituciones pasa porque existan mecanismos adecuados que la hagan efectiva. En caso contrario, de que solo se haga como maquillaje de los políticos, puede llevar de nuevo al desencanto de la ciudadanía. Y aquí es donde nos quieren llevar los políticos tradicionales, provocar el desencanto y que todo vuelva a depender de los elegidos cada cuatro años. Concentrar el poder y que los ciudadanos pasen y no se enteren de nada.

La nueva herramienta de la postvedad que utilizan es ideal para los políticos tradicionales. Con ella, cualquier noticia que sale adversa para sus intereses, la redibujan inundándola de contenido emocional que la generalidad de los humanos comparte pero que no tienen nada que ver con lo publicado. Marean así con un entramado de emociones que no pueden ser rebatidas y entierran cualquier razonamiento que muestre la realidad. Frente a esto hay que apoyar a todos aquellos ciudadanos desinteresados que nos empujan denunciando actitudes impropias de cargos públicos, cortando este tipo dinámicas y haciendo que todo lo que se haga en las instituciones se conozca y salga a la luz.

La participación y la transparencia van de la mano y son la clave para que el cambio que se está produciendo llegue a las instituciones de manera real y no de postureo. Y, en este camino, estamos viendo como las denuncias de personas, anónimas algunas, nos revelan actitudes reprobables como las descubiertas en la Junta de Fiestas y su presidente, o en empresas pseudo-públicas como «Pelets de Villahermosa» y su alcalde,... Temas que antes quedaban fuera de la opinión pública y que por la denuncia desinteresada de personas comprometidas ayudan a su erradicación, y sirve de aviso al resto de seguidores de la vieja política.

No podemos relajar los esfuerzos, si no se producen cambios profundos en las instituciones los corruptos tan solo bajarán la intensidad durante un tiempo, pero volverán. Hay que exigir listas abiertas, consultas y referéndum, publicidad y transparencia en todo aquello que suponga decisiones políticas, reformar las instituciones y acabar con las antidemocráticas como las Diputaciones,... y todo aquello que en Mayo del 2011 se denunció y exigió en la calle para acabar con la impunidad de los corruptos y con aquellos que «no nos representan».