La historia de Nico Pascual-Leone es la historia de una doble pasión inculcada. La medicina y el fútbol entroncan la experiencia vital del nuevo delantero del Castellón, un chaval que cumplirá en septiembre 23 años, nació en Washington, creció en Massachusetts acumulando honores académicos y deportivos, y pasaba los veranos en València heredando de su padre, en cada Trofeo Taronja, el amor por la pelota.

Nico es a la vez español y estadounidense. «Cuando venía a València era el americano», apunta, «y cuando volvía a Estados Unidos me sentía el español». No esperen sin embargo dramas identitarios al respecto. «Al contrario, me parece algo muy positivo que me ha permitido conocer las cosas buenas de las dos culturas». Esa fricción fronteriza ha sido para él «enriquecedora». «Lo explico incluso en algunos de mis textos universitarios». La mezcla la lleva en la sangre. Su madre Elizabeth es estadounidense, hija de un colombiano y una suiza. Su padre Álvaro nació en València pero pronto fue más allá: ahora es médico en un hospital de Boston y profesor de neurología en Harvard.

El delantero albinegro solía disfrutar las vacaciones estivales en València. Se llevaba de vuelta a América las canciones del verano, las series de moda y el recuerdo feliz de las visitas a Mestalla. «El Valencia de Mendieta», dice, orgulloso de vestir ahora la camiseta del Castellón, donde empezó Gaizka. El fútbol era entonces en Nico una pasión infantil, y por tanto limpia, febril y pura.

En paralelo a lo futbolístico fue mostrando virtudes en lo académico. La familia Pascual-Leone acumula una larga tradición en la medicina. Hacia allí va encaminado también Nico en el futuro, que se ha permitido el lujo de un paréntesis en el presente. «Tenía claro desde niño que quería probar hasta donde soy capaz de llegar en el fútbol, y mi familia sabe que ese ha sido un sueño de siempre para mí, y me apoya». Andrés, su hermano pequeño, sigue además sus pasos: juega a fútbol y estudia en la misma universidad que pisó Nico antes.

La universidad

En Amherst College no estudia cualquiera. De ahí salió Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía. También los escritores David Foster Wallace y Dan Brown. Incluso Calvin Coolidge, trigésimo presidente de los Estados Unidos. Amherst College es la élite entre la élite y allí estudió Nico Pascual-Leone la primera parte del largo camino hacia los estudios completos de medicina. Cuando se decidió por esa universidad, un factor fue fundamental. «Miré el equipo de fútbol». Era un plus. «No es el tipo de universidad en la que te vayan a coger solo por el deporte, pero ser bueno en uno te va a ayudar a distinguirte». Nico, que empezó a jugar en ligas escolares y de barrio en Wayland, su ciudad, había alcanzado un notable nivel en el instituto. En Amherst la rompió: fue campeón universitario, la estrella, elegido en los mejores onces a nivel nacional en cada uno de sus tres años.

Allí maduró la idea que llevaba tiempo en su cabeza. Intentarlo en Europa y cumplir ese sueño que guardaba de niño en la maleta. A la aventura, Nico Pascual-Leone aparcó la medicina, se instaló en València con su tía, rodeado de abuelos y primos, y a través de un conocido de un conocido de un conocido consiguió una prueba en el modesto Almazora, donde sus 13 goles en 31 partidos ayudaron a lograr la trabajada permanencia en Tercera. Debe ser el único joven del mundo al que la categoría no le pareció excesivamente física. «En Amherst jugábamos aún más directo». El Castellón se fijó en él, y lo ha firmado como pieza importante de un proyecto que pretente cumplir el fuerte anhelo de subir a Segunda División B. «La afición (van 9.200 abonados) ya ha hecho su parte. Ahora nos toca a nosotros».