El Villarreal ha perdido los dos partidos de Liga y en los dos el mejor fue su portero Andrés, que para colmo se lesionó anoche al encajar en Anoeta el 3-0

A veces el fútbol parece sencillo. El primer gol de la Real Sociedad pertenece a la página más desgastada del manual de la estrategia. A veces lo más simple se antoja lo más difícil de defender. Oyarzabal tocó de zurda el saque de esquina a la corta, donde Xabi Prieto se adelantó para prolongar al corazón del área pequeña: ahí irrumpió Willian José con infinita hambre. El delantero de la Real andaba de incógnito en el partido, esperando. No había hecho nada hasta ese doble remate que ajustició a Andrés, que había tapado el primero con mérito. No hizo nada Willian después del gol excepto pegarle un galleto a Álvaro. Por esas dos cosas le pagan un sueldo considerable.

Era el minuto 25 y todo lo que el partido insinuaba se convirtió de golpe en cruda realidad para los amarillos. Ese 1-0 desnudó además a la improvisada pareja de centrales. Se lesionó Rukavina en el calentamiento, sin reemplazo en la convocatoria. Escribá optó por escorar a Álvaro en el lateral diestro y juntar a N'Diaye con Semedo en el centro. Por resumir: la defensa del Villarreal fue un desastre.

Centrales hay muchos pero básicamente de dos tipos. Unos rinden desde el sigilo: lo mejor que se puede decir de ellos es que no se les vio, y su equipo terminó con la puerta a cero. Otros funcionan desde el ruido: todo lo que hacen se ve mucho, lo bueno y lo malo. Rubén Semedo es un claro exponente de ese segundo grupo. Sin embargo, ayer junto a N'Diaye casi pasó desapercibido. Y es que N'Diaye vivió un tormento en el eje de la zaga: llegó casi siempre tarde y atropellado, le ganaron la espalda con frecuencia, falló pases fáciles en la salida, le perdonaron alguna amarilla y se dejó anticipar por Xabi Prieto en la jugada del 1-0. Semedo tuvo la suerte de encontrar a alguien peor, o casi: estaba pensando en sus cosas cuando le pasó Willian José por detrás para marcar; las mismas cosas que lo tenían entretenido en el minuto 45, cuando el enésimo desmarque al espacio de Juanmi encontró la complicidad del pase largo de Elustondo. El de Juanmi, el de la maniobra lujosa del control y la vaselina, fue el 3-0. Un rato antes, el 2-0, en el 35, rivalizó en la categoría de drama.

El 2-0 señaló ya al equipo al completo. Del filón que encontró la Real en su banda diestra, Odriozola mediante, cayó un balón al área. Allí se la quedó Juanmi, travieso entre la pasividad de Semedo, N'Diaye y Rodri. El portero Andrés evitó el gol dos veces: en el latigazo de Juanmi y en el rechazo esquinado de Xabi Prieto. La acción continuó en el córner, y del córner a la segunda jugada. La secuencia ridiculizó el nivel defensivo del Villarreal: tras un catálogo de despejes tibios, Xabi Prieto celebró su partido 500 batiendo a Andrés con un tiro raso y esquinado.

El segundo tiempo, con todo decidido y sin imaginación en el banquillo visitante, se jugó porque así lo obliga el reglamento. Barbosa relevó bajo palos al caído Andrés. Evitó el 4-0 un par de veces, ante Oyarzabal y Vela.