Quizá lo más interesante de esta crónica sea recuperarla dentro de unos años. Hasta nueve hombres de la cantera del Villarreal se llegaron a juntar sobre el terreno de juego ayer, siete como titulares. Es posible que algunos de esos nombres marquen el futuro del fútbol nacional y del devenir del submarino. Pero, por lo demás, será fácil olvidar el duelo ante Maccabi Tel Aviv. Los amarillos cayeron en un mero trámite que clausuraba la fase de grupos de la Europa League, que por fin el equipo supera en primera posición.

Nadie hizo demasiado por cambiar el certificado de mero trámite que pesaba sobre el encuentro. La oportunidad para reivindicarse que afrontaba la cantera del Villarreal se escapó en un duelo en el que ni los amarillos, ya con el primer puesto del grupo asegurado, ni los macabeos, que corrían el riesgo ser el primer equipo en marcharse de la Europa League sin haber anotado un tanto en seis encuentros de la fase de grupos, optaron por arriesgar. Sin riesgo, el espectáculo quedó desterrado en el primer acto y, sobre el terreno de juego, se vio un entrenamiento de alta intensidad.

El baby Villarreal no encontró el ritmo en el primer acto. Ramiro Guerra se vio asfixiado por los israelíes a la hora de sacar el balón jugado, y por delante nadie encontraba la forma de romper el muro defensivo de los de Jordi Cruyff. El más inquieto de la parte ofensiva era un Roberto Soriano, obligado a recuperar la relevancia en el equipo, que se desesperaba ante la falta de sintonía con sus improvisados compañeros.

Poco que destacar en el apartado atacante, más allá de un par de disparos lejanos de Mario González y Chuca en la recta final. Por lo demás, exigencia de baja intensidad ante un contrincante con la cabeza puesta en el viaje de vuelta más que en poner en riesgo la portería de Barbosa.

Mayor interés

Cambió el panorama a la vuelta de los vestuarios. A la juventud se le presupone descaro e inconsciencia, con los que se atesoran algunos de los momentos más hermosos de la existencia. Dio la impresión de que los chavales de Calleja iban a echar mano de ella para regalar una bonita segunda mitad a la afición. Así, el Villarreal acumuló algunas de la ocasiones más destacadas de su producción ofensiva. Primero fue Mario González que, bajo palos, remató a la grada tras el pase de la muerte de Chuca. Por su parte, Darío Poveda no pudo completar una pared con Morlanes. Se le anticipó Rajikovic antes de que pudiera rematar.

Pero entonces se resquebrajó la defensa del Villarreal. La bisoñez de los centrales y la aceleración de Adrián Marín penalizaron a los castellonenses y permitieron al Maccabi sonreír por fin en esta fase de grupos.

El primer aviso llegó en el minuto 58 cuando Marín empujó en el área a Blackman. Kristoffersen eludió mojarse y le perdonó el penalti al Villarreal. Pero esto fue el prólogo del tanto del delantero inglés. En la mejor jugada del encuentro de los de Tel Aviv, Micha metió un pase al hueco que superó a un Ramiro Guerra atascado. Blackman encaró a Barbosa y no falló para estrenar el casillero goleador de los israelíes en la competición continental.

Quedaba media hora por delante, pero las sensaciones eran más positivas en el lado visitante. Cundieron las dudas en el eje de la zaga, y Maccabi pudo anotar el 0-2 con un remate de Tibi que atrapó Barbosa en el minuto 68. Seis más tarde, más clara fue la de Rikan que se pudo girar en el interior del área, pero su disparo demasiado cruzado no halló puerta.

Las entradas al campo de Pedro Martínez y Sergio Lozano, y sobre todo de Raba, espabiló al submarino en la recta final. Despertaron Poveda y Mario González que pudieron igualar en los últimos cinco minutos. El primero no llegó a rematar en el área pequeña un centro de Rukavina, y el segundo culminó una jugada elaborada por su compañero con un lanzamiento errado.

Derrota indolora, en la que lo más positivo fueron los minutos para los chavales. Ahora a pensar en la reválida liguera ante el imbatible Barcelona.