La tibieza condenó al Villarreal. El equipo había cumplido hasta el minuto 84 con el plan trazado y, después de andar el camino, los amarillos atisbaban la meta que suponía sumar la tercera victoria liguera consecutiva. Pero la bisoñez de Ünal y la falta de contundencia de Rodrigo permitieron que el central rival, Sidnei ensayara un centro al área sin oposición. Allí apareció Florin Andone, con pasado amarillo y necesidad de reivindicarse, para cabecear entre los tres palos y hurtarle la victoria al submarino. En otros tiempos, el rumano habría celebrado esa especie de venganza con algún gesto hacia el palco, pero ayer expresó su rabia apretando el puño ante un tanto que le daba un punto a los gallegos que les permite salir del descenso.

En el lado contrario, el Villarreal perdía la ocasión de asaltar la quinta plaza. Se quedan a un punto del Sevilla y, lo peor, la sensación de que se podría haber evitado el desenlace agridulce. Ya son dos meses sin conocer la victoria en casa, una pequeña psicosis a la que hay que poner fin.

Para el equipo de Javi Calleja, la sombra de Marcelino García se ha convertido en espejo en el que mirarse, pero todavía le falta mala leche para que el plan planteado llegue a buen puerto. Como en otros tiempos, el duelo arrancó con un Villarreal observador, a la espera de ver por dónde iba el partido. Dominaba el esférico, pero sin profundidad para poner en jaque a Rubén. De hecho, fue el Deportivo el que acumuló la primera ocasión. En el minuto 16, una combinación por la izquierda entre Carles Gil y Adrián López, terminó con un centro al área del asturiano. Apareció Albentosa, en expedición desde la defensa, para ensayar un disparo en el corazón del área que se marchó fuera.

A partir de ahí, tocaba que el Villarreal lanzase su zarpazo. Al igual que en el pasado, un momento de vértigo inauguró el marcador. Tras un par de avisos de Bacca y Ünal, Jaume Costa se inventó una internada por la banda izquierda y conectó con Fornals. El castellonense cedió de primeras a Bacca que encontró al turco solo ante Rubén. Ünal no perdonó a bocajarro.

El Deportivo, con tantos traumas a sus espaldas, se tambaleó, pero el submarino no aprovechó para mandar a la lona a su rival. La magnanimidad del equipo permitió tomar aire a los gallegos que cerraron la primera mitad con una ocasión para Andone. Adrián le cedió la pelota en tres cuartos de campo, y el delantero se marchó por velocidad de Mario. Pero un toque sutil de veterano del lateral desequilibró mínimamente al ariete que disparó trastabillado. Asenjo pudo evitar que el tiro se convirtiera en la igualada.

Falta de contundencia

La segunda mitad evidenció que este Villarreal, a diferencia de lo que le sucedía al de Marcelino, todavía no sabe jugar con el cuchillo entre los dientes y salir victorioso en el otro fútbol, ese de pierna fuerte, miradas desafiantes y espiral de protestas. Porque, tras un buen arranque, en el que Castillejo estuvo cerca de anotar el 2-0, el conjunto de la Plana se vio arrastrado al juego que quería el Dépor.

Dio un paso atrás el equipo amarillo que no sabía cómo detener el avance lento, pero inexorable, de los blanquiazules. La salida de Castilejo y la entrada de Emre Çolak hizo que el agobio creciera para el Villarreal. Guiado por el turco y Adrián López, aunque sobre todo espoleado por un Sidnei convertido en todocampista, el equipo de Cristóbal hizo recular a su rival En minuto 70, el ex del Villarreal avisó culminando una jugada a la contra. Su disparo lo salvó Sergio Asenjo.

Al final, lo inevitable se convirtió en realidad y Florin Andone penalizó la tibieza de los locales. Cuando quiso despertar el Villarreal, se encontró casi sin tiempo. Bacca perdonó lo que podría haber sido el 2-1, pero hubiese sido demasiado premio. Ocasión perdida para subir a la quinta plaza. Ahora hay que olvidar remontando en Copa.