Álvaro Unanua no había debutado aún con el Castellón y ya era el futbolista favorito de unos cuantos. El portero Unanua es el mejor en Instagram: en verano todos iban al Tumbao Club, el garito de moda, y él se acostó en el suelo, a lo largo, y tituló ´Tumbao Club´ su gran obra. Hace poco se fotografió con un rollo de papel gigante: ´Otro rollo´, con pose de rapero, y algo antes, durante el típico almuerzo hipercalórico tras un entrenamiento, tecleó 'recuperando con Herbalife'. Sus amigos son parecidos y algunos van a Gol Norte. En un vídeo le tiraban una palomita de maíz y Unanua se lanzaba al vuelo y la paraba. «Menuda palomita», escribió. Otro día Unanua puso una foto entrenando y le contestaron: «Te harás muchas paradas, sí, pero lo que no vas a poder parar nunca es semejante caída de pelo, puto calvo». Así da gusto. Ayer el titular Zagalá cayó enfermo, y en su debut en el primer equipo del Castellón, en el 2-0 en Castalia sobre el Elche Ilicitano, el joven Unanua demostró estar preparado. En realidad no tuvo ni que parar. No le chutaron entre palos, pero tampoco se metió ninguna dentro, así que perfecto.

En ningún deporte pesa tanto meterla o no meterla, pararla o no pararla, el gol o el no gol. Escaso de brillo antes y después del descanso, el Castellón se las apañó para fabricar un goteo de ocasiones. Las tuvo y no las metió en el primer tiempo, y paseó por el alambre del desastre. Pero la segunda parte metió la primera que tuvo y los miedos se esfumaron de repente. El 2-0 con goles de Cubillas y Rubio mantiene al equipo de Sergi Escobar en la tercera plaza. Necesita mejorar, pero sigue sumando victorias de supervivencia: recorta dos puntos y está a siete del líder, el Atlético Levante.

Unanua aparte, la otra gran novedad en el once fue David Colomer. Otrora promesa juvenil, el de Almassora volvió este verano al filial del club albinegro. Ayer Escobar le dio bola en Castalia y Colomer empezó muy activo. El primer balón que tocó casi fue gol: lo evitó un defensa bajo palos en el minuto 3. El Castellón dañó en la estrategia y esa fue la primera vez: un balón de Rubio que descolgó Dealbert. Colomer siguió dejándose notar: provocó una falta lateral cuyo rechace cayó a sus pies. Colomer resbaló y alumbró la contra del Ilicitano, mal resuelta por Víctor en los metros finales.

La velocidad de Víctor e Ismael en los contragolpes fue el mayor recurso ofensivo del conjunto visitante. El Castellón se empastró a menudo en la salida, y demasiadas veces la pérdida devolvía un autopista hasta la defensa. Marenyà sufrió sin escolta y los centrales anduvieron al límite en más de un corte.

Arriba se buscó la vida Cubillas, como siempre. Comenzó el primer tiempo con buena noticia: por arriba tocó todas. Lo siguió con frustraciones mínimas: buscó el remate en la corta y todos los centros pasaron de largo. Lo cerró con la peor posible. William agitó la varita y filtró un pase corrido que plantó a Cubi frente al portero. Era la que llevaba 44 minutos persiguiendo, pero Cubillas avanzó con la pelota y la tiró fuera. Se tapó la cara con la camiseta porque no había cerca un agujero donde meterse.

Al descanso se llegó al 0-0 porque tampoco hubo suerte. En otra segunda jugada, tras una falta lateral, un zaguero sacó bajo palos el remate picudo de Serra. Algo después, en el 39 y para superar una laguna de dudas, el Castellón anudó una larga jugada colectiva que terminó, tras dejada de Serra, con Rubio y su chut favorito a botepronto: esta vez no fue gol porque se la encontró la estatua del portero.

Ahora sí

Tras el descanso, Cubillas y Rubio fueron otra vez los hombres clave. Siguió superior el Castellón en la pelota parada. En el 47, la secuencia del gol: centro de Rubio, devolución de Dealbert y emboque de Cubillas a la red, esta vez sí, listo y letal en el segundo palo.

Con Escobar en Castalia, un gol del Castellón es sinónimo de victoria. De repente el Castellón empezó a fluir. Serra, siempre Serra, conectó con Rubio, y Rubio, siempre Rubio, cazó la bola para finiquitar el partido y marcar en el 62 su sexto gol de la temporada. Y de repente también, con sencillez aparente, el Castellón empezó a ponerle puertas al campo. El Ilicitano fue incapaz de abrir alguna.